Kiam y el pajarito azul
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Kiam y el pajarito azul

Edades:
A partir de 4 años
Kiam y el pajarito azul Kiam estaba caminando por su jardín, pensando en qué juguete pediría para su próximo cumpleaños, cuando escuchó un suave chirrido. Kiam se detuvo y observó a su alrededor. Lo que encontró le hizo dar un salto de alegría. Debajo el viejo rosal encontró un pájaro de plumas azules y brillantes, y con las alas rotas.

—¡Qué bonito pájaro! —exclamó Kiam—. Será mi nueva mascota. Te llamaré Azulillo.

Azulillo no estaba feliz, y miró al niño con ojos llenos de tristeza.

—No quiero ser una mascota. Quiero volver con mi familia en el bosque, pero mis alas no funcionan.

Kiam frunció el ceño, acostumbrado a tener siempre lo que deseaba.

—De eso nada, tú te vienes conmigo. Tienes suerte de poder volar, así no tendré que encerrarte en una jaula.

Kiam se llevó al pájaro a casa, pensando solo en cómo presumir de mascota ante sus amigos.

Esa tarde, la abuela de Kiam lo encontró jugando con Azulillo en el salón.

—Ese pájaro no parece feliz, Kiam —dijo con suavidad.

Kiam se encogió de hombros.

—Es solo un pájaro.

—¿No te has fijado? —replicó la abuela, sentándose junto a él—. ¿Cómo te sentirías si estuvieras lejos de casa, herido y asustado?

Kiam bajó la mirada, jugueteando con el borde de su camisa. Recordó una vez que se había perdido en un parque y el miedo que sintió. —Supongo que me sentiría... triste… y asustado—admitió.

—Así es como se siente este pajarillo ahora. Además, debe estar muy dolorido. ¿No has visto que tiene las alas rotas? Tal vez en lugar de pensar en lo que quieres, podrías pensar en lo que necesita.

Kiam miró a Azulillo. Este le devolvió la mirada con ojos brillantes y esperanzados.

—Voy a ayudarte —decidió Kiam—. Curaremos tus alas y te llevarmos de regreso al jardín.

Con la ayuda de su abuela, Kiam cuidó de Azulillo durante semanas.

Y un día, Azulillo voló. No muy alto ni muy lejos, pero voló. Kiam, con lágrimas en los ojos, lo llevó al jardín, donde una bandada de pájaros azules lo recibió con cantos alegres.

Kiam y el pajarito azul—Gracias, Kiam —dijo Azulillo antes de irse—. No solo curaste mis alas, sino que también sanaste mi corazón.

—Abuela, siento algo en la barriga y aquí, por los ojos, que no sé qué es —dijo Kiam un día.

—¿Te duele? ¿Te encuentras mal?

—¡No! Solo que… nunca había sentido esto.

La abuela miró al niño con mucho amor y le dijo:

—¡Ay, cariño! Es la alegría de dar sin esperar nada a cambio.

Kiam sonrió, dándose cuenta de que, al ayudar a Azulillo, también había curado algo en su interior. Volvió a casa con una lección aprendida: el verdadero valor no está en lo que tienes, sino en lo que das.
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