Un amigo inesperado
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Un amigo inesperado

Edades:
A partir de 4 años
Un amigo inesperado Todas las noches, al llegar la hora de dormir, Manolín se armaba de valor para saltar a su cama, evitando acercarse demasiado al borde. Estaba convencido de que debajo de su cama vivía un monstruo.

Una noche, mientras Manolín intentaba dormir, un juguete de su mochila, un trenecito de madera, rodó por la cama y cayó en ese temido espacio oscuro. A Manolín le encantaba ese juguete, así que respiró hondo, se armó de valor y se inclinó lentamente para mirar.

Y ahí estaba, escondido entre sombras y peluches olvidados, un pequeño monstruo, acurrucado, y sonriendo tímidamente.

—¡Ahhh! —gritó Manolín, retrocediendo rápidamente.

—¡Ahhh! —respondió el pequeño monstruo, igualmente asustado.

Tras un momento de silencio, el monstruo habló, con voz temblorosa.

—Lo siento, no quería asustarte. Soy Manchas.

—¡Pero tú eres un monstruo! —exclamó Manolín.

—Sí, lo soy. Pero no todos los monstruos son malos o asustan a los niños. De hecho, yo tengo miedo de otros monstruos más grandes que yo.

Manolín, con el ceño fruncido, se sentó en el suelo. Manchas se acercó, muy despacio.

—¿Por qué tienes miedo? —preguntó el niño.

Manchas suspiró.

—Porque soy diferente. ¡Mira mis manchas! En el mundo de donde vengo, los monstruos se burlan de mí porque no soy como ellos.

Manolín sonrió, aliviado de no estar solo en sus miedos.

—A veces, los niños en la escuela se ríen de mí porque me gusta leer libros de aventuras en lugar de jugar fútbol.

Las noches siguientes estuvieron llenas de conversaciones, risas y descubrimientos. Manolín y Manchas compartieron historias, miedos y sueños.

Pero una noche, unas sombras más grandes y oscuras comenzaron a asomarse debajo de la cama. Eran otros monstruos buscando a Mancha para llevarlo de regreso a casa.

Manolín, recordando las historias de Manchas, se puso de pie.

—Manchas es mi amigo. No podéis llevárselo.

Uno de los monstruos sacó sus espinas y gruñó:

—No pertenece aquí.

Manolín, con valentía, respondió:

—Todos somos diferentes, pero eso no significa que no podamos ser amigos. Mirad a Manchas, es único, y eso es lo que lo hace especial.

Un amigo inesperadoLos monstruos, sorprendidos, miraron a Manchas.

—Quizás tienes razón, pequeño humano —dijo uno de los monstruos

Manchas se acercó a Manolín y lo abrazó.

—Gracias, amigo.

Desde esa noche, Manolín ya no temía a los monstruos debajo de su cama. Y Manchas, con la ayuda de Manolín, aprendió que ser diferente es lo que nos hace especiales.

La noticia se corrió por el mundo de los monstruos y muchos más que también tenían miedo y se sentían diferentes empezaron a pasarse por la habitación de Manolín.

Aquel lugar pronto se llenó de risas y aventuras cada noche, con monstruos y niños jugando juntos. Y es que, a pesar de nuestros miedos y diferencias, todos tenemos algo especial que compartir.
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