La niña solitaria
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La niña solitaria

Edades:
A partir de 3 años
La niña solitaria Había una vez una niña llamada Elisa que siempre estaba sola. Elisa no hablaba con nadie en todo el día. En el recreo se ponía lejos de los demás y no quería jugar con nadie. En clase no hablaba nunca, y siempre respondía haciendo señales con la cabeza o con la mano.

Por la tarde Elisa no salía a jugar al parque. Y si la obligaban a ir, Elisa se quedaba sentada en un banco, dando la espalda a los demás niños.

Nadie sabía por qué Elisa se alejaba de la gente. Tampoco sabía por qué no hablaba.

-A lo mejor es muda -pensaban algunos niños.Pero no, Elisa no era muda. Porque alguna vez la habían oído decir algo, muy bajito.

Al principio, los niños se acercaban a Elisa e intentaban hablar con ella. La invitaban a jugar y le ofrecían galletas y gominolas. Pero Elisa siempre se daba la vuelta, se iba o se escondía. Así que los niños dejaron de acercarse y de hablar con ella.

Un día todos los niños fueron de excursión. Elisa estaba muy molesta, pero no tuvo más remedio que ir. Se sentó sola en el autobús y no dejó de mirar por la ventana durante todo el camino.

Fueron a una granja. Allí vieron muchos animales, les dieron de comer e incluso pudieron acariciar a alguno. Ordenaron una vaca, recogieron huevos e hicieron otras muchas cosas interesante. Elisa, como era de esperar, ni se acercó.

Ya casi había acabado de hacer la visita cuando un gran trueno rompió el cielo. Y empezó a llover con fuerza. Todos los niños fueron corriendo al establo más cercano, un poco asustados.

-¿Estamos todos? -preguntó la maestra?-. Vamos a contarnos.

Faltaba uno. Faltaba Elisa.

-Hay que ir a buscarla -dijo uno de los niños.

-Sí, pobrecita -dijo otro.

-Yo iré -dijo uno de los trabajadores de la granja, que estaba con ellos-. No os preocupéis. Es la niña que no quería acercarse ni contestaba cuando le hablaba alguien, ¿cierto?

-Sí -contestaron todos a coro.

El trabajador se cubrió con una capa y salió a buscar a la niña. La encontró escondida en las cuadras.

-Tranquila, Elisa -dijo el trabajador-. Me quedaré aquí contigo hasta que pare de llover.

Elisa no dijo nada, en todo el rato que estuvieron esperando. Cuando por fin pudieron salir, Elisa fue con su acompañante a buscar a los demás. Cuando llegó todos los niños estaban ya fuera del establo.

-¡Elisa, Elisa! -gritaron los niños. Y fueron a abrazarla.

-Estábamos preocupados por ti. ¡Qué susto nos has dado!

ELa niña solitarialisa no sabía qué hacer. Estaba un poco agobiada con tanto abrazo. Tímidamente, consiguió decir:

-Gracias, estoy bien. Siento haberme quedado atrás. Creí que no queríais saber nada de mí -dijo de pronto Elisa.

-¿Por qué? -dijo la maestra-. Todos te dejan espacio porque parece que quieres estar sola.

-No quiero estar sola -dijo Elisa-. Mi madre dice que soy muy tímida.

-Pues eso tiene arreglo -dijo una niña-. ¡Vamos a bailar!

Todos los niños empezaron a bailar y a cantar alrededor de Elisa para celebrar que estaba bien. Elisa, poco a poco se fue contagiando de su alegría. Una niña le cogió la mano y Elisa se dejó llevar.

Desde entonces Elisa siempre tiene alguien con ella. Aunque le cuesta, se esfuerza por estar con los demás. Y como todos saben lo que le pasa, procuran tratarla con cariño y dulzura. Y así Elisa nunca volvió a estar sola.
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