El inspector Mestieri y el ladrón de arte
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El inspector Mestieri y el ladrón de arte

El inspector Mestieri y el ladrón de arte Había una vez un ladrón de arte muy buscado por la policía que tenía un forma muy peculiar de robar. Este ladrón, en vez de robar estatuas y cuadros en museos, lo que hacía era robar en iglesias. En los museos siempre hay cámaras de vigilancia y agentes de seguridad, pero en las iglesias no solía haber estas medidas de protección.

Pero el ladrón no robaba en las iglesias, porque normalmente había gente por allí y era fácil que le vieran sacar las piezas robadas. Así que, en vez de llevarse las piezas de la iglesia, lo que hacía era que las dañaba haciendo creer a la gente que había sido una accidente. Luego se ofrecía a pagar todos los gastos de la reparación. Y cuando la obra de arte estaba en el taller de restauración, plenamente restauraba, entra en el taller y la robaba.

Para evitar levantar sospechas, el ladrón de arte solo cometía un robo al mes, en lugares muy distantes unos de otros, para que nadie pudiera relacionarle con la trama. Pero tras años de robos, hubo alguien que descubrió el pastel: el inspector Mestieri.

El inspector Mestieri era un aficionado al arte religioso al que llamó la atención que hubiera tantos robos con características tan similares. Así es como descubrió que en todos los casos un hombre estropeaba levemente las piezas, al parecer por accidente, y se ofrecía a pagar los gastos.

-Pero el nombre del patoso no es siempre el mismo -le dijo el capitán.

-Creo que da cada vez un nombre diferente, falso en todas las ocasiones, para despistar -dijo el inspector Mestieri-. Pero tengo una idea para pillarlo.

-Usted dirá -le dijo el capitán.

-Vamos a ponernos de acuerdo con el obispado y les vamos a pedir ayuda -explicó el inspector Mestieri-. Ellos darán aviso de que se necesitan restaurar algunas de las piezas de arte más importantes y que están buscando mecenas que deseen colaborar. Entonces, seguiremos a todos los que se ofrezcan y pondremos vigilancia a todas las obras que se vayan a restaurar.

-Será difícil vigilar a todos los que se ofrezcan -dijo el capitán.

-Tal vez no tanto, capitán - dijo el inspector Mestieri.

Y fue muy sencillo, porque solo tres personas se ofrecieron a pagar la restauración de tres obras de arte.

Tras dos semanas de vigilancia, llegó el día en que las obras de arte estaban listas. Y esa noche, antes de que fueran a por ellas el ladrón actuó.

-Capitán, no se lo va a creer -dijo el inspector Mestieri-. Hemos cazado al ladrón.

-¿Cuál de todas las obras iba a robar? -se interesó el capitán.

El inspector Mestieri y el ladrón de arte-¡Todas! -dijo el inspector Mestieri-. El muy rufián lió a sus dos hermanos para que le ayudarán.

-Pero, ¿cómo sabe quién es el cerebro de la operación? -preguntó el capitán.

-Hemos inspeccionado sus casas, capitán -dijo el inspector Mestieri-. Uno de ellos la tiene atestada de estatuas, cuadros y otros objetos de arte religioso.

-¿Cómo? ¿No los vendía? -dijo el capitán.

-Parece que el hombre era tan devoto que quería todo para él -dijo el inspector Mestieri.

-¡Pues curiosa devoción esa! -dijo el capitán.

-Al menos todos los templos han podido recuperar sus obras en buen estado, capitán -dijo el inspector Mestieri.

Y así fue como el inspector Mestieri cerró el caso del ladrón de arte.
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