El canguro y las hormigas
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El canguro y las hormigas

Edades:
A partir de 4 años
El canguro y las hormigas Había un canguro que vivía solo en un gran bosque. Hacía tiempo que había perdido de vista a su familia y se había refugiado en una zona de sombra, cerca de un pequeño río. En su nuevo hogar nunca le faltaban ni la comida ni el agua, pero se sentía muy solo.

Cerca del canguro había un hormiguero en el que vivían miles de hormigas. Todos los días las hormigas pasaban delante del canguro, riéndose de sus grandes pies. El canguro, que hasta entonces no se había dado cuenta de lo grandes que eran sus pies, empezó a esconderse cada vez que las hormigas se acercaban.

Solo y avergonzado por sus enormes piezotes, el canguro estaba cada vez más triste. Apenas salía de su escondite y casi no comía. Permanecía escondido de las hormigas para que no se rieran de él.

Un día sintió mucha hambre y sed y salió a buscar algo de comer y a beber un poco de agua al río. Para su sorpresa las hormigas no estaban por allí.

-¡Qué extraño! -pensó el canguro.

Al día siguiente, animado por no haber visto a las hormigas, el canguro volvió a salir a comer y a beber. Las hormigas tampoco estaban.

Pasaron los días y el canguro no volvió a ver a las hormigas. El canguro empezó a preocuparse. Le caían muy mal esos insectos criticones, pero en el fondo no podía evitar preguntarse qué les habría pasado. Al fin y al cabo, habían sido su única compañía durante mucho tiempo.

El canguro decidió buscar a las hormigas. Llevado por su instinto, el canguro empezó a saltar a ver si veía un poco más allá. El canguro saltó y saltó, cada vez más y más alto. Pero no había ni rastro de ellas.

En uno de sus saltos se puso a la altura de un búho que reposaba tranquilo en un árbol.

-¿Sabes qué ha pasado con las hormigas? -preguntó el canguro.

-Se metieron en una gran caja verde y roja llena de comida -dijo el búho.

-Gracias -dijo el canguro.

El canguro siguió saltando hasta que llegó a la altura de un pájaro que volaba sobre los árboles.

-¿Has visto una gran caja roja y verde por aquí? -preguntó el canguro.

-Al norte, junto a un gran camión, hay muchas cajas de colores apiladas -dijo el pájaro.

-Gracias -dijo el canguro.

El canguro se dirigió hacia el norte y allí encontró muchas cajas de colores. Buscó la verde y roja y sacó a las hormigas.

-Oh, canguro, nos has salvado. Muchas gracias -dijo la hormiga reina.

-¿Qué es todo esto? -preguntó el canguro.

-Cada caja contiene una gran cantidad de insectos. Mira, en esa amarilla hay saltamontes y en la azul hay ciempiés.

-Los liberaremos a todos -dijo el canguro.

Una a una, el canguro fue abriendo todas las cajas para liberar a los insectos. Cuando acababa de abrir la última apareció el cazador de insectos.

El canguro y las hormigas-He perdido por tu culpa a todos mis insectos, pero ganaré más contigo cuando te atrape -dijo el cazador.

Antes de que pudiera sacar su escopeta de dardos tranquilizantes para dormir al canguro, todos los insectos se abalanzaron sobre el cazador.

-¡Huye! -le gritaron.

Pero el canguro no quería que a los insectos les pasara nada, así que aprovechó el aturdimiento del cazador para hacer justicia.

-Dejadme un hueco -dijo el canguro, colocándose detrás del cazador, dándole la espalda.

Los insectos obedecieron y el canguro aprovechó para lanzar al cazador muy lejos de una patada en el trasero.

Desde ese día nadie más volvió a reírse del canguro y todos los insectos fueron sus amigos. El canguro no volvió a sentirse solo ni avergonzado nunca más, sino acompañado y sobre todo, orgulloso de sus grandes y potentes pies.
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