Pancho encuentra un nuevo amigo
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Pancho encuentra un nuevo amigo

Edades:
A partir de 4 años
Pancho encuentra un nuevo amigo Pancho vivía en una bonita cosa. No tenía jardín, pero sí un patio muy grande en el que jugaba a todas horas. En el patio había columpios, una casita de madera con muchas zonas divertidas que incluso tenía un tobogán, un arenero y hasta una piscina de bolas. También había grandes camiones y coches de juguete, una bicicleta e incluso un triciclo de cuando era más pequeño.

En el patio de la casa de Pancho también había una caseta para perros. Pero no había perro, porque a Pancho le daban miedo.

Cada vez que Pancho veía un perro se ponía muy nervioso. Incluso cuando estaban tranquilos, a Pancho le temblaban las piernas.

Y si oía a algún perro ladrar, Pacho gritaba como un loco mientras se tapaba los oídos.

Un día, Pacho se encontró un perro en el patio. El pobrecito estaba asustado e intentaba esconderse detrás de uno de los vehículos de juguete.

—¡Mamá! —gritó Pacho—. ¡Hay un intruso en el patio!

La mamá de Pancho llegó enseguida.

—¿Qué pasa, hijo? —preguntó mamá.

Pancho estaba temblando y parecía que iba a empezar a llorar.

—Hay algo peludo tras aquel camión —dijo el niño.

—¡Peluche! ¡Ven aquí! —exclamó mamá.

—¿Peluche? —preguntó Pancho.

—Me lo he encontrado en la puerta —dijo mamá—.

—¡Eres la peor madre del mundo! —gritó Pancho—. ¡Sabes que los perros me dan mucho miedo!

—¿Y qué querías que hiciera con el pobre animal? —dijo mamá—. Se debe de haber perdido. Lo he recogido para cuidarlo mientras aparece su dueño. Lo tenía escondido en una caja, pero parece que se ha escapado.

Peluche lloraba y gemía. Estaba muy asustado. Mamá se acercó a él y lo cogió.

—No te preocupes, que no volverás a verlo —dijo mamá—. Pero no pienso abandonarlo a su suerte.

Esa noche Peluche no paró de llorar. Y por eso Pancho no podía dormir.

Como no paraba de gemir, Pancho se levantó y se acercó a la caja donde estaba el perro. Era una caja muy grande, de la que el perrito no podía escapar.

En cuanto Pancho asomó la cabeza el perrito le miró y dejó de llorar.

Pacho sonrió y se marchó. Pero en cuanto se alejó el perrito empezó a llorar otra vez. Pancho se acercó de nuevo y el perrito se calló. Pero esta vez puso sus patitas sobre un lateral de la caja.

Pancho se asustó y se fue hacia atrás. El perrito, en cuanto dejó de ver al niño, volvió a llorar.

Pancho se acercó de nuevo. Al ver que el perrito se callaba y que le miraba con carita trista, el niño acercó una mano a su cuerpo. Estaba muy suave. Y era muy blandito.

—Ya entiendo por qué mamá te ha llamado Peluche —dijo Pancho, entre risas.

El perrito se dejó acariciar y se movía buscando más.

—¿Te gusta, eh? —dijo Pancho.

DPancho encuentra un nuevo amigoespués de un rato, Pancho lo dejó de acariciar y le dijo:

—Peluche, ahora a dormir. Si te portas bien mañana te acariciaré otra vez.

Pancho se fue y el perrito se quedó tranquilo.

Al día siguiente, mamá cogió a Peluche en brazos y le dijo a Pancho:

—Creo que voy a llevar el perro al veterinario. Seguro que él le encuentra a alguien que se lo quiera quedar.

Pancho miró a su mamá. Luego miró al perrito, que lo miraba con cara de pena, entre gemidos.

—Ven, Peluche —dijo Pancho, estirando los brazos.

Peluche se dejó coger y se acomodó entre los brazos del niño.

—Creo que no hace falta que te lleves a ni perro a ninguna parte, mamá —dijo el niño.

Y desde entonces Peluche no se separa de Pancho. Incluso cuando Pancho va a algún sitio donde no pueden entrar los perros, Peluche espera a su amigo sentado, sin hacer nada, hasta que vuelve. ¡Hay que ver, cuánto se quieren estos dos!
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