La zanahoria mágica
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La zanahoria mágica

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A partir de 4 años
La zanahoria mágica Don Conejón estaba muy hambriento. La escasa hierba que había estaba seca y apenas quedaban flores en el prado.

Entonces, a lo lejos, vio que algo resplandecía. Don Conejón se acercó y vio algo que le dejó maravillado: una hermosa y enorme zanahoria.

A don Conejón se le hizo la boca agua. Pero justo cuando iba a darle el primer mordisco se acordó de don Potrón, su gran amigo.

—Don Potrón es un caballo enorme, y seguro que está tan hambriento como yo —pensó don Conejón—. Le daré un mordisco pequeñito a la zanahoria y el resto se la llevaré a mi amigo.

Y eso hizo don Conejón: se comió un poquito y el resto se lo dejó a don Potrón en la puerta del establo. De lo que no se dio cuenta don Conejón es de que la zanahoria, de repente, se hizo más grande. Eso sí, el mordisquito que le había dado todavía se notaba.

Cuando don Potrón vio la zanahoria se puso muy contento. Efectivamente, tenía muchísima hambre.

—Vaya, una zanahoria —pensó don Potrón—. Parece que don Conejón le ha dado un mordisquito y me ha traído el resto. ¡Qué buen amigo es este conejo!

Pero justo cuando le iba a hincar el diente, don Potrón se acordó de su amiga doña Vacoña.

—Doña Vacoña es una vaca muy grande que seguro que tiene tanta hambre como yo —pensó don Potrón—. Le daré un mordisco y el resto se lo llevaré a mi amiga.

Y eso hizo: mordió la zanahoria y el resto se lo dejó a doña Vacoña junto al abrevadero. Don Potrón tampoco se dio cuenta de que la zanahoria volvió a crecer, conservando las marcas de los mordiscos del caballo. Los del conejo ya no se veían.

Doña Vacoña, que tenía un hambre atroz, se quedó fascinada al ver aquella zanahoria tan hermosa.

—Parece que mi amigo don Potrón me ha traído un trozo de zanahoria —pensó doña Vacoña—. ¡Qué majo es este caballo! ¡Con el hambre que tengo!

Pero justo cuando iba a darle un buen bocado, doña Vacoña se acordó de su amigo don Conejón.

—Me comeré un trozo y el resto se lo llevaré a don Conejón, que seguro que tiene mucha hambre —pensó doña Vacoña.

Y eso hizo: se comió un trozo de zanahoria y el resto se lo llevó a su amigo el conejo.

La zanahoria mágicaCuando don Conejón vio la zanahoria, mucho más grande, pero con el mordisco de su amiga, lo entendió:

—Esta es la zanahoria de mágica de la que habla la leyenda —dijo don Conejón.

Cuenta la leyenda de la zanahoria mágica que esta solo aparece en épocas de hambruna y que, cuanto más se comparte, más crece para alimentar a todos los que la reciben.

Y así fue como ni a don Conejón, ni a don Potrón y ni a doña Vacoña ni a ningún otro animal del lugar les faltó la comida nunca más. Porque nunca dejaron de compartirla, ni siquiera cuando volvió a haber comida de sobra. Y es que, aunque los bienes abunden, nunca hay que olvidar que, tal vez, vuelvan a faltar algún día.
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