La misteriosa desaparición de las luces de Navidad
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La misteriosa desaparición de las luces de Navidad

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La misteriosa desaparición de las luces de Navidad Amanecía. Era 24 de diciembre. Como en muchos otros lugares, los habitantes de Villalegría estaban a punto de levantarse para ultimar los preparativos para la Nochebuena. Sin embargo…

-¡Las luces! ¡Las luces! ¡Han robado las luces! ¡Han desaparecido! ¡Qué desgracia!

Todos los habitantes de Villalegría salieron a la calle, la mayoría con el abrigo sobre el pijama, pues aún no les había dado tiempo a vestirse.

Al principio costaba un poco darse cuenta, pues las luces navideñas están apagadas por el día. Pero era muy evidente: las luces de la Navidad habían desaparecido. No quedaba ninguna.

Esto era toda una tragedia, porque Villalegría estaba llena de gente que acudía allí a pasar la Navidad precisamente por la belleza y el encanto que proporcionaban las luces.

-¿Qué hacemos ahora? -se preguntaba la gente.

Unos querían organizar patrullas de búsqueda, otros querían ir a comprar luces nuevas. Pero ninguna solución parecía buena. Y, para colmo, quedaban todavía muchas cosas que preparar.

Y, poco a poco, la gente empezó a desanimarse, a ponerse triste y resignarse. No había llegado el medio día y la mayoría de la gente ya había decidido lo que iba a hacer:

-Pues habrá que suspender la Navidad -decían.

El abatimiento casi había acabado ya con toda la ilusión cuando, de repente, se oyó, a lo lejos, el sonido de unas campanillas.

-¿Oís eso? -dijo alguien.

La gente empezó a prestar atención.

-¡Sí! ¡Es un tintineo!

-¡Se acerca!

-¡Mirad allí!

-¡Es Papá Noel!

Papá Noel aterrizó con su trineo. Parecía exhausto.

-Perdonad que me presente así, amigos, pero anoche tuve un problema y tuve que llevarme vuestras luces -dijo Papá Noel.

-¿Por qué? -preguntaron todos a la vez.

-Bueno, veréis, se nos han roto todas las luces y no podíamos acabar los encargos para esta noche. Pensé que me daría tiempo a devolverlas, pero aún no hemos acabado.

-Pero ¿cómo vamos a celebrar la Nochebuena y la Navidad sin luces? -preguntó alguien.

-No necesitáis luces, ni árboles ni adornos para celebrar la Navidad, amigos -dijo Papá Noel-. La Navidad no son cosas, son emociones, son momentos. ¡Alegrad esa cara! ¡Qué fluya el espíritu navideño!

La misteriosa desaparición de las luces de NavidadContagiados por el entusiasmo, todos los habitantes de Villalegría empezaron a cantar y a bailar, y se fueron a sus quehaceres.

Esa misma noche Papá Noel devolvió las luces a su paso por Villalegría, y se las ingenió para que el sol tardara un poco más en salir para que, al despertar, todo el pueblo disfrutara de las luces encendidas.

Y en medio del pueblo todos pudieron ver un gran cartel que decía: GRACIAS.

Desde entonces, siempre que Papá Noel necesita luces se pasa por Villalegría y se las lleva prestadas. Sus habitantes, cuando en que las luces no están, piensan:

- Bien, Papá Noel podrá acabar su trabajo.

Y siguen alegres, porque tienen claro que no hay Navidad sin generosidad.
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