La gran carrera del bosque
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La gran carrera del bosque

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A partir de 4 años
La gran carrera del bosque En un rincón frondoso del bosque, todos los animales se habían congregado. Y lo habían hecho por un gran motivo: la gran carrera anual. El evento que atraía a competidores de todas partes y nadie quería perdérselo.

El claro del bosque resonaba con murmullos y risas, mientras los animales se preparaban y calentaban.

—Este año ganaré de nuevo —decía Rafejo el Conejo, dando saltitos y estirando sus patas.

Luliebre la Liebre asentía, convencida.

—Nadie puede vencernos, somos los más rápidos.

Pero entre el bullicio y la algarabía, una pequeña figura avanzaba lentamente hacia la línea de partida: Tinuga la Tortuga. Con cada paso, se escuchaban risitas y cuchicheos.

—¿Una tortuga en la carrera? ¡Eso es un chiste! —decía uno.

—Más bien de cuento —decía otro.

—Quizá quiera un buen lugar para ver cómo ganamos —se burlaba alguno.

Sin embargo, Tinuga no mostraba signos de desánimo. Miró a Piájaro el Pájaro, que era el juez del evento, y asintió con determinación.

El silbato sonó y la carrera comenzó. Como era de esperarse, Rafejo y Luliebre tomaron la delantera, corriendo tan rápido que parecían borrones. Tinuga, por otro lado, avanzaba a su propio ritmo, firme y constante.

El camino no era sencillo: raíces que se cruzaban, charcos resbaladizos y un río caudaloso. Rafejo y Luliebre los superaban con facilidad, confiados en su victoria.

Sin embargo, algo sorprendente sucedía atrás. Los animales que al principio se burlaban de Tinuga ahora la alentaban. Veían cómo, con paciencia, sorteaba los obstáculos, cómo se ayudaba con las piedras para cruzar el río, y cómo, a pesar del cansancio, no paraba.

Llegó un punto en que Tinuga, exhausta, sintió que no podía más. Fue entonces cuando un grupo de crías de diferentes animales se acercó a ella. Una pequeña ardilla le dijo:

—Eres mi heroína, Tinuga. Me has mostrado que no hay que rendirse.

Tinuga, con lágrimas en los ojos, pero sonriendo a pesar de todo, continuó su camino, llevando consigo las esperanzas y sueños de aquellos pequeños.

Mientras tanto, Rafejo y Luliebre ya habían cruzado la meta. Pero todos los ojos estaban puestos en la entrada del claro. Y ahí, con el sol ya poniéndose, apareció Tinuga, cada paso mostrando el triunfo del espíritu y la determinación.

La gran carrera del bosqueNo ganó la carrera —eso pasa en otro cuento— pero ganó algo más importante: el respeto y la admiración de todos.

. Aquella noche, la selva no celebró la victoria de los más rápidos, sino la valentía de una tortuga que les enseñó que el verdadero triunfo está en no rendirse.

Y así, en un bosque donde cada día se contaban historias de hazañas y aventuras, nació la leyenda de Tinuga, la tortuga, que corrió la maratón más importante de su vida y ganó los corazones de todos.

En la vida, no siempre se trata de ser el primero. A veces, lo más importante es demostrar coraje, determinación y seguir adelante, sin importar los obstáculos. Esto hizo Tinuga, demostrar que con esfuerzo y corazón, todos podemos ser campeones a nuestra manera.
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