El viaje mágico de Conejín
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El viaje mágico de Conejín

Edades:
A partir de 4 años
El viaje mágico de Conejín Conejín era un conejo pequeñito que vivía en medio de un bosque con sus papás. El conejito soñaba con ser cazador de nubes. Por eso, todas las tardes, el pequeño conejito se tumbaba sobre la verde hierba y miraba el cielo durante horas.

Como se sentía un poco inseguro, no le había contado a nadie su sueño, así que lo guardaba en secreto.

Un día, mientras Conejín estaba tumbado en el campo, vio una nube muy especial. Era redonda y blanca, con una sonrisa dibujada en ella. Conejín se emocionó mucho y decidió seguir a la nube. La nube flotaba por el cielo, llevando a Conejín por encima de los árboles y los ríos.

Finalmente, la nube llevó a Conejín a un lugar mágico lleno de colores y formas extrañas.

Conejín no podía creer lo que veía. Allí había nubes con forma de flores, de tigres y hasta de dulces. El pequeño conejito se divertía mucho explorando el lugar y descubriendo cosas nuevas.

Conejín se encontró con una nube con forma de elefante que le llevó a una montaña mágica llena de tesoros escondidos.

Después, encontró una nube con forma de mariposa que le llevó a un jardín de nubes donde crecían todo tipo de frutas y verduras mágicas.

También probó una manzana mágica que le dio la habilidad de volar durante un rato, y una zanahoria mágica que le hizo crecer un par de orejas gigantes.

De repente, Conejín se dio cuenta de que había estado fuera durante mucho tiempo.

—Tengo que irme rápido, antes de que mi familia se preocupe por mí —dijo Conejín.

Pero había un problema: no sabía cómo volver.
Conejín comenzó a caminar por el bosque, pero no reconocía nada. Estaba oscuro y había muchos peligros. Conejín estaba a punto de desistir y dejarse caer en el suelo, cuando vio a una nube sobre a él con forma de flecha.

El viaje mágico de Conejín—¡Gracias por indicarme la dirección de casa, amiga! —gritó Conejín.

Cuando Conejín llegó por fin a casa le contó a su papá y a su mamá lo que había visto en el cielo.

Desde entonces, Conejín siempre mira el cielo buscando nuevas aventuras en las nubes. Y aunque nunca volvió a tener la habilidad de volar o las orejas gigantes, seguía soñando con las maravillas del cielo y siempre estaba dispuesto a explorar y descubrir nuevas cosas.
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