El misterio de las flores amarillas
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El misterio de las flores amarillas

Edades:
A partir de 4 años
El misterio de las flores amarillas El abuelo de Manolita le regaló media docena de flores amarillas por su quinto cumpleaños para que las plantara en el jardín y las cuidara. A la niña le hizo mucha ilusión. Le dijeron que las flores se harían muy grandes y sus tallos tan altos como ella.

-Y cuando se hagan mayores podrás comerte sus semillas, que están muy ricas -le había dicho el abuelo.

Manolita estaba muy contenta con sus flores amarillas. Eran preciosas. Cada día estaban más altas y más grandes. Pero un día se dio cuenta de que las flores se movían.

-Abuelo, mis flores amarillas se mueven -dijo la niña.

-¿Cómo que se mueven? -preguntó el abuelo-. Las flores no andan.

-¡Ya lo sé, abuelo! Mis flores no se mueven de sitio. Lo que pasa es que cada vez miran hacia un lado.

-Vaya, vaya -dijo el abuelo-. Y ¿hacia dónde miran?

-Una veces miran hacia la derecha, otras veces miran hacia la izquierda o al frente -dijo Manolita-. No sé, abuelo, es muy extraño. Es como si estuvieran buscando algo.

-Tendremos que averiguar qué buscan -dijo el abuelo.

Al día siguiente, Manolita y su abuelo hicieron una pequeña acampada en el jardín para observar a las flores.

-Deberías hacer un dibujo cada hora -dijo el abuelo-. A lo mejor así encontramos eso tan importante que siguen tus flores.

A Manolita le encantó la idea. Entró a por su cuaderno y a por sus lápices de colores. Y cada hora hizo un dibujo de los girasoles y de lo que veía.

Al final del día, el abuelo le preguntó:

-¿Has encontrado lo que buscan los girasoles?

-No -dijo la niña-.

-Fíjate bien -dijo el abuelo-. ¿Qué cambia con las flores?

Manolita miró bien y, después de un rato, dijo:

-Lo único que cambia de sitio es…. ¡el sol!

-Claro, por eso estas flores se llaman girasoles -dijo el abuelo.

El misterio de las flores amarillas-Pero por la noche no hay sol -dijo la niña-. ¿Qué hacen entonces?

-Dan la vuelta para esperar a que el sol salga por la mañana -dijo el abuelo.

-Y ¿qué hacen cuando está nublado? -preguntó Manolita.

-Cuando está nublado los girasoles se buscan unos a otros y se miran entre ellos -dijo el abuelo-.

-¡Qué bonito! -dijo la niña-. Ojalá la gente hiciera lo mismo y se buscaran los unos a los otros y se ayudaran cuando no tienen lo que necesitan.

Y allí se quedaron, abuelo y nieta, hablando sobre lo maravillosa e inteligente que es la naturaleza.
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