El jardín de los duendes
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El jardín de los duendes

Edades:
A partir de 4 años
Valores:
El jardín de los duendes Había una vez un niño al que le encantaba todo lo que fuera bonito y, a la vez, pequeño. Por eso en su jardín había muchos pájaros, muchas flores y muchas mariposas. Pero el niño no podía mantener una conversación con los pájaros, ni con las flores ni con las mariposas, ni podía sentir su cariño ni su aprecio.

Un día llegó al jardín un duendecillo. No es que fuera muy hermoso, pero era pequeñito y, además, tenía muy buena conversación. Así que el niño le invitó a que se instalara en su jardín. El duendecillo aceptó encantado.

-¿No tendrás más amigos que quieran quedarse a vivir aquí? -preguntó el niño al duendecillo.

-Tengo muchos amigos, y seguro que estarán encantados de venir a vivir a un sitio tan bonito, tan seguro y con tan buena compañía -dijo el duendecillo.

En apenas unos días el jardín del niño se llenó de duendes con los que hablar y jugar. El niño los cuidaba muy bien. Les dio todo lo que necesitaron para construir sus casas y para cultivar sus alimentos. El niño también les llevaba dulces y cosas ricas que preparaba para ellos.

La noticia de que los duendes habían encontrado un hermoso jardín para vivir se propagó y pronto pasaron por allí otros seres diminutos, a ver si podían quedarse a vivir allí. Pero para el niño eran demasiado grandes o demasiados feos, así que no dejó entrar a nadie más.

Hasta que un día llegaron las hadas. ¡Oh, las hadas! ¡Tan pequeñitas, tan cariñosas, tan bonitas!

El niño estaba encantado con ellas.

-¿Queréis quedaros a vivir aquí? -les preguntó el niño.

Las hadas no estaban muy convencidas.

-Es un sitio muy bonito y os cuidaré bien -dijo el niño.

-Es que no nos gustan los duendes -dijo una de las hadas.

-El jardín es muy grande; hay sitio para todos -dijo el niño.

-Pero nosotras volamos y nos vamos a encontrar con los duendes de todas formas -dijo otra hada.

-Si se van ¿os quedaréis? -preguntó el niño.

-Por supuesto -dijeron las hadas.

El jardín de los duendesEl niño estaba tan encaprichado con las hadas que expulsó a los duendes del jardín. Estos, entristecidos, se marcharon en busca de otro lugar.

Las hadas, al ver que el niño había expulsado a los duendes le dijeron:

-¿Es así como tratas a tus amigos? Pues no cuentes con nosotras, no siendo que dentro de unos días llegue alguien que te guste más y te deshaga de nosotras.

Las hadas se fueron. Y también los pájaros y las mariposas. Solo se quedaron las flores que, entristecidas, no volvieron a florecer más.

Y así el niño se quedó completamente solo en su jardín, pensando en lo egoísta que había sido y en cómo remediar aquel desastre.
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