El desafortunado duende de la suerte
Síguenos en:

El desafortunado duende de la suerte

Edades:
A partir de 8 años
El desafortunado duende de la suerte El pequeño Tim era un duendecillo de la suerte muy desafortunado. ¡Qué ironía! El ser que debía dar suerte a los demás no tenía nada de suerte para el mismo. Tim se sentía muy desgraciado, pues no vivía en un bosque mágico rodeado de criaturas mágicas a las que contagiar suerte, sino en una gran ciudad, en un agujero que se habría al fondo de un armario y que daba a una antigua guarida de ratones.

El pequeño Tim había acabado allí, muchos años atrás, un día que decidió escaparse de casa para explorar mundo. Se agarró al cordón de la bota de un niño que estaba de excursión con sus padres y, cuando se quiso dar cuenta, había acabado en una casa desconocida en medio de una ciudad desconocida. El pequeño Tim buscó un escondite nada más llegar, antes de que el niño se diera cuenta de su presencia.

Había pasado mucho tiempo, pero el pequeño Tim no había encontrado la manera de salir de allí. En la casa había un gato y, siempre que Tim veía la puerta del cuarto abierta e intentaba salir, allí estaba el gato, dispuesto a merendarse cualquier cosa que se moviera.

El pequeño Tim se pasaba el día llorando en silencio, disgustado por su mala suerte. Los peores días eran cuando oía reír al niño, que se alegraba por algo. Unos días el niño estaba contento porque sus padres le habían felicitado por mejorar sus notas, otros días se reía porque una tal Lucía le había mirado de tal o cual manera, otros días estaba feliz porque había ganado un partido de pádel o había mejorado su marca en atletismo.

Un día, el pequeño Tim escuchó al niño hablar con sus padres. Estaban preparando una excursión al bosque.

-¿Podemos ir a dónde fuimos la última vez? -preguntó el niño-. Ese bosque me da buena suerte.

El pequeño Tim se preparó. Buscó las botas donde había llegado y se escondió cerca para saltar a los cordones en cuento el niño se las pusiera. Pero cuando el niño se las puso descubrió que ya no le valían, así que sacó otras nuevas que tenía preparadas para cuando eso ocurriera.

-¡No! ¡No! -gritó el pequeño Tim-. ¡Qué mala suerte!

El pequeño Tim no se había dado cuenta de que estaba gritando mientras salía de su escondite. Cuando el niño lo vio, le dijo:

-¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?

-Soy el pequeño Tim, un duende de la suerte muy desafortunado. Llegué en tu bota hace mucho tiempo y hoy pensaba volver de la misma manera que vine.

-¡Vaya! -exclamó el niño-. Así que era verdad eso de que últimamente estaba teniendo mucha suerte. Si te devuelvo, ¿dejaré de tener suerte?

-No, muchacho -dijo Tim-. Pero si no te fías, vete sin mí. Seré un desgraciado toda mi vida.

-No quiero que estés triste -dijo el niño-. Ven, métete en mi mochila y te llevaré al bosque.

El desafortunado duende de la suerteCuando llegaron al bosque, el pequeño Tim descubrió que su antigua casa estaba sepultada bajo una gran piedra. Todos se alegraron mucho de ver al pequeño Tim, pues pensaron lo peor. Tim les contó la historia.

-Si no me hubiera escapado de noche ahora estaría espachurrado bajo esa piedra -dijo el pequeño Tim.

-Vaya, sí que has tenido suerte, duende de la suerte -le dijo un hada de alas violetas.

-Y que ese niño al que le has dado tanta suerte te haya devuelto a casa te hace más afortunado todavía -le dijo otro duende de la suerte.

-Pues es verdad, qué suerte he tenido -dijo el pequeño Tim-. Me he salvado y he hecho un amigo que me ha demostrado su agradecimiento haciendo algo bueno por mí.

Entonces, intervino el duende sabio, y dijo:

-Ves, pequeño Tim, a veces lo que parece mala suerte es en realidad lo mejor que te podía pasar.
Puntuación media: 8,2 (194 votos)
Tu puntuación:
Cuentos con valores similares