Gala y el tesoro pirata
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Gala y el tesoro pirata

Edades:
A partir de 4 años
Gala y el tesoro pirata En un pequeño pueblo costero vivía Gala, una niña que soñaba con ser pirata, surcar mares desconocidos y descubrir tesoros ocultos en islas misteriosas.

El día de su cumpleaños, su tía Adela, le entregó un paquete envuelto con cuidado. Al abrirlo, Gala encontró un disfraz de pirata: un pañuelo rojo, una camisa a rayas y un parche para el ojo. Pero lo que más le emocionó fue un mapa antiguo, desgastado por el tiempo, con una ruta que llevaba a la Isla Mágica.

—Este mapa perteneció a tu bisabuelo —dijo tía Adela con voz suave—. Cuenta la leyenda que en la Isla Mágica se esconde el tesoro del Capitán Malasombra.

—¡Vamos a buscarlo! —gritó Gala, llena de emoción.

—Dame un par de minutos para que yo también me vista de pirata —dijo tía Adela—. ¿No querrás que vaya a una aventura pirata sin ir bien vestida?

—Tienes razón, tía, pero date prisa.

En cuanto tía Adela estuvo lista, Gala y ella se pusieron a estudiar el mapa.

—¡Esperad! ¡Esperad! —dijo un loro entrando por la ventana y posándose en el hombro de Gala.

—Y tú, ¿quién eres? —preguntó Gala.

—Soy Lorito Loreto —dijo el loro—. Si vas a buscar el tesoro del Capitán Malasombra me necesitarás.

—Has tardado mucho en llegar, Lorito Loreto —dijo tía Adela.

—Es que había mucho tráfico —dijo el loro, mientras Gala se reía de la broma.

—¡Vamos! ¡No tenemos tiempo que perder! —dijo el loro.


—Parece que el mapa indica que el tesoro está en la playa, en una cueva entre rocas. No entiendo esto —dijo Gala.

—Es un acantilado —dijo Lorito Loreto—. Para llegar a la cueva hay que sortear muchas trampas.

—¡Y están indicadas en el mapa! —exclamó Gala—. ¡Vamos, encontraremos el tesoro y nos haremos muy ricos!

Siguiendo el mapa, Gala, Adela y el loro pudieron llegar hasta la cueva. En su interior brillaba una luz azulada. En el centro, en lugar de montañas de oro y joyas, encontraron una caja de madera tallada con imágenes de aventuras pasadas.

Gala y el tesoro pirataAl abrirla, descubrieron cartas, fotografías y recuerdos de las aventuras de tía Adela y su abuelo, el bisabuelo de Gala. Cada objeto contaba una historia.

—Aquí no hay oro ni joyas —dijo Gala.

—No, pero sí que hay un tesoro —dijo tía Adela.

Lorito Loreto se posó en el hombro de Gala y susurró:

—El verdadero tesoro no son las riquezas, sino los momentos vividos y las personas con las que compartimos nuestras aventuras.

Gala, con lágrimas en los ojos, abrazó al loro y a su tía y juntos regresaron al pueblo, llevando consigo el tesoro más valioso: las historias de su familia.
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