El plumaje de Alba
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El plumaje de Alba

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A partir de 4 años
El plumaje de Alba Alba era una colorida lorita que vivía en la jungla tropical, sus plumas llenas de colores brillantes la hacían muy bonita y a ella le gustaba mucho verse reflejada cuando pasaba sobrevolando por un lago o una laguna.

Pero Alba a veces recibía halagos y comentarios de otros animales acerca de sus plumas y eso comenzó a hacer que le entraran dudas.

Una tarde, Alba se posó en un árbol cerca de una manada de cebras que estaban bebiendo agua en la laguna, una de ellas dirigiéndose a Alba comentó.

—Qué bellas son tus plumas Alba, pero apuesto a que serías mucho más bella si tuvieras solo plumas verdes.

—Es verdad, parecería una esmeralda —agregó otra de las cebras.

Alba solo sonrió ante el comentario, y saludando a sus compañeras siguió su vuelo.

—Puede que estén en lo cierto —pensó Alba en voz alta—. Tal vez me queden mejor solo las plumas verdes —.

La lorita se detuvo junto al río para poder usarlo de espejo y se quitó algunas plumas azules y rojas, la mayor cantidad que pudo. Ahora se le notaba más el verde. A Alba le gustó bastante cómo se vio.

Al día siguiente, Alba estaba comiendo unos frutos de un árbol, cuando se cruzó con un monito que estaba haciendo lo mismo.

—Oye Alba, qué bonito tu plumaje, lástima que tengas pocas plumas azules ahora. Siempre pensé que te verías más bonita si fueras solo azul —comentó el animalito mientras se llenaba la boca de frutitas.

—Ah… Gracias, sí son bonitas —dijo Alba, mientras se quedaba pensando en si el monito tendría razón.

La lorita tomó en serio la opinión del mono, y nuevamente se dirigió al río a quitarse algunas plumas verdes, para qué se notará el azul.

Otro día más pasó, y Alba como siempre salió a tomar un poco de sol sobre una pequeña colina. Allí se topó con un tucán que estaba haciendo lo mismo que ella. El ave la miró y le dijo:

—Alba, ¿y tus plumas rojas? Te quedan pocas de ellas, a mí me encantan, te verías hermosa si tuvieras solo plumas rojas y brillantes.

—Gracias, puede ser, son bonitas —respondió Alba.

Nuevamente, la lorita quedó pensando en lo que le había dicho el tucán. ¿Sería que se vería más bonita con plumas rojas en todo su cuerpo? Así que Alba nuevamente se dirigió a su espejo, el río, y comenzó a quitarse todas las plumas que no fueran rojas.

Para entonces no le quedaban muchas plumas de ningún color. Alba se miró en el río y vio que estaba prácticamente pelada, tanto que apenas pudo levantar vuelo cuando lo intentó.

La lorita Alba se quedó muy triste y llorando junto al río. Una voz interrumpió su tristeza.

—¿Qué sucede Alba? —Era un camaleón que la conocía desde muy pequeña.

El plumaje de Alba—Ya no tengo plumas, y todo por querer verme bien. Algunos animales me dijeron que me quedaría mejor un color, y otros me dijeron otro color… Así me fui quitando y ahora mira lo que soy —dijo Alba, desconsolada.

—Alba, los demás animales tienen cada uno su propia opinión y eso está muy bien. Lo que está mal es querer complacer a todos, eso es imposible.

—Pensé que haría bien.

—Tranquila Alba, tus plumas volverán a crecer y serás tan bonita como antes siendo tu misma —replicó el camaleón.

Alba, la lorita aprendió con su experiencia la lección que el camaleón le había dicho con palabras. El tiempo pasó y las plumas de Alba volvieron a crecer, verdes, azules y rojas. A ella le encantaba su plumaje y sabía que a muchos otros también y a otros no tanto, pero Alba había aprendido a aceptarse a sí misma, a ser como a ella le gustase y así dejar de querer gustarle a todos los demás.
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