El encierro del ladrón jefe
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El encierro del ladrón jefe

Edades:
A partir de 6 años
El encierro del ladrón jefe Había una vez una banda de ladrones que se dedicaban a robar basura. Sí, basura. Pero, ¿qué clase de robo es ese? La gente tira lo que no necesita. Si alguien lo coge antes de que llegue el camión de la basura tampoco pasa nada, ¿no?

En efecto, nadie consideraba que esa pandilla fuera una banda de ladrones. Sin embargo, ellos se consideraban a sí mismos un grupo de cacos. De hecho, cogían la basura a escondidas y organizaban sus operaciones con el mismo cuidado que si fueran a robar un banco.

Como era de esperar, la guarida de la banda de ladrones era un auténtico desastre. Todo lleno de cosas viejas, organizado de esa manera que solo puede entender el mismo que lo pone allí. Tampoco había un olor precisamente agradable, porque había cosas que dejaban muy mal olor.

Una noche, el jefe de los ladrones fue sorprendido por casualidad por un grupo de jóvenes. Pillado in fraganti vaciando el contenedor de reciclaje de envases, el ladrón salió corriendo y se metió en una panadería en la que ya estaban trabajando. Los trabajadores se asustaron mucho, pues el ladrón iba vestido de tal manera que no cabía duda de su oficio, y salieron corriendo.

El ladrón aprovechó para cerrar la puerta. Los trabajadores de la panadería llamaron a la policía, que enseguida se presentó allí para desalojar al ladrón.

-Estás a tiempo de salir sin que haya más problemas -dijo el capitán de policía por un megáfono-. Sal y podrás irte a tu guarida, con los demás.

Pero el ladrón gritaba que de allí no se movía hasta que todo el mundo se fuera. Pero lejos de despejarse la zona, cada vez se acumulaban más curiosos.

Mandaron a varios negociadores a hablar con el ladrón, pero ninguno tuvo éxito. En cambio, el ladrón se ponía cada vez más nervioso. Tenía hambre y sed, pero no quería coger nada de la panadería.

Después de varias horas se presentó allí el mandamás de la policía regional, alarmado por la gravedad de la escena, que ya había llegado a los noticieros nacionales.

Con una bolsa de papel en la que había metido unos bocadillos y una botella de agua se acercó a la panadería y dejó la bolsa en la puerta. El ladrón cogió la bolsa rápidamente y, mientras comía encerrado tras la puerta, escuchó lo que le decía el policía.

El encierro del ladrón jefeUnos minutos después se presentó un coche enfrente de la panadería. El ladrón salió y el coche se lo llevó. Y todo quedó solucionado.

-¿Qué le has dicho al ladrón para que accediese a salir? -le preguntaba todo el mundo.

-Le dije que si seguía ahí dentro acabaría oliendo a delicioso pan reciente hecho, y que así sus compañeros sospecharían de él -dijo el policía-. Todo el mundo tiene algún sentido de la autoestima al que puedes recurrir para estimularle a hacer algo. Simplemente, encontré su punto débil.

Y así se solución el encierro. La gente se fue y los ladrones siguieron a lo suyo, en su particular mundo.
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