Don Fiestón y las fiestas de cumpleaños
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Don Fiestón y las fiestas de cumpleaños

Edades:
A partir de 4 años
Don Fiestón y las fiestas de cumpleaños Don Fiestón era conocido en toda la ciudad como el mejor organizador de fiestas de cumpleaños. No había otro como don Fiestón cuando se trataba de diseñar la decoración, elegir los juegos, seleccionar la música y, por supuesto, hacer la tarta. Y es que las tartas de cumpleaños de don Fiestón eran famosas en el mundo entero.

Atraídos por la fama de aquellas fiestas, don Milloneti decidió celebrar allí su propia fiesta. Pero quería que fuera una fiesta muy especial.

—Quiero una fiesta de cumpleaños que dure tres días —le dijo don Milloneti a don Fiestón—. Acudirán mil personas y deben estar entretenidas durante esos tres días.

—Me pondré manos a la obra hoy mismo, don Milloneti —respondió don Fiestón.

Don Fiestón estaba muy contento con aquel encargo. Era un reto muy interesante al que no podía fallar, así que no podía perder ni un minuto para empezar a prepararlo todo. Aún quedaban treinta días para el evento, pero no podía desperdiciar ni un solo.

Pero surgió un problema con le que no contaba. Durante esos treinta días no podría ocuparse de ninguna fiesta más, así que tuvo que cancelar las citas previstas y no pudo atender ninguna llamada que no fuera de don Milloneti o de su equipo.

La gente de la ciudad estaba muy disgustada. Y los que se habían quedado sin la fiesta que ya habían contratado estaban muy enfadados.

—¿Qué haremos ahora? —se preguntaban.

—Yo puedo ayudar —dijo don Fiestecilla, otro organizador de fiestas al que solo contrataban cuando don Fiestón estaba muy ocupado.

—Pero tú no tienes la misma experiencia que don Fiestón —le dijeron algunos.

—Pues no veo yo que tengáis muchas más opciones —dijo don Fiestecilla.

—Si me preparas la fiesta de cumpleaños de mi hija para mañana te pagaré lo mismo que iba a pagarle a don Fiestón —dijo una señora.

—Hecho —dijo don Fiestecilla.

—Yo tenía contratada una para pasado mañana —dijo un señor.

—Cuenta con ella —dijo don Fiestecilla.

Y así, en cuestión de dos horas, don Fiestecilla cerró agenda para los siguientes tres meses.

Cuando por fin pasó la fiesta de don Milloneti, don Fiestón empezó a llamar a las personas que habitualmente le contrataban para las siguientes fechas. Pero se encontró que todos habían contratado ya sus fiestas con la competencia.

Un día, don Fiestón se encontró con don Fiestecilla y le preguntó qué había hecho para conseguir todas esas fiestas. Don Fiestecilla le respondió:

Don Fiestón y las fiestas de cumpleaños—Yo no he hecho nada. Tú les dejaste tirados por atender al ricachón ese y alguien tenía que atenderles.

Don Fiestón se dio cuenta entonces de la faena que les había hecho a sus clientes.

—Y ¿qué puedo hacer ahora?

—¿Por qué no nos asociamos y trabajamos juntos? —dijo don Fiestecilla—. Así no tendrás que volver a dejar tirados a unos por atender a otros y los dos tendremos trabajo.

—No sé, yo soy el que tiene la fama —dijo don Fiestón.

—Y yo el que tiene los contratos firmados para los próximos meses —dijo don Fiestecilla.

—Está bien, trato hecho —dijo don Fiestón.

Y desde entonces, ya nadie se quedó sin fiesta en la ciudad.

Y colorín colorado, ¡esta fiesta aún no ha acabado!
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