Daniel el charlatán
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Daniel el charlatán

Edades:
A partir de 6 años
Daniel el charlatán De pequeño Daniel había aprendido a hablar antes que los otros niños de su misma edad. Y desde que empezó a hacerlo no paró. Bueno, no literalmente, pero Daniel se convirtió en una máquina de hablar.

Daniel ya era un niño que se aproximaba a su época de adolescencia. Cuando mayor se ponía más hablaba. Esto lo hacía en todos los ámbitos. En el colegio, por ejemplo, Daniel no paraba de hablar en clases con sus compañeros.

Los profesores se cansaban de regañarlo, porque además, cuando lo regañaban, Daniel se justificaba y lo hacía dando un largo sermón. Por esto era por lo que algunos profesores ya no lo reprenderían cuando conversaba en clase. Preferían dejarlo hablar a sus compañeros que tenerlo que escuchar justificándose.

Algunos compañeros disfrutaban conversando con Daniel, pero muchos no lo toleraban. Daniel hablaba y hablaba, pero no dejaba hablar a los demás. Su conversación era casi un monólogo. Daniel sabía hablar, pero no sabía escuchar.

Muchas veces mientras Daniel conversaba con alguno de sus amigos de la escuela, estos se sentían tan aturdidos que se iban y lo dejaban a Daniel hablando solo. La mayoría de las veces Daniel tardaba mucho en darse cuenta, porque él claramente no prestaba atención a su interlocutor, sino que estaba empedernido en manifestar sus opiniones y puntos de vista. Así, varias veces Daniel quedó hablando en solitario por varios minutos sin notarlo.

Pero todo eso no era un problema. Lo peor no era que Daniel hablara mucho. El problema era que Daniel no escuchaba a los otros, y de esta manera no aprendía nada nuevo, no conocía otros puntos de vista y hasta desconocía asuntos básicos de sus amigos más cercanos.

Por su manía de hablar y no dejar hablar a los otros, Daniel no escuchaba a sus amigos. No sabía cuáles eran los equipos de futbol favoritos de sus amigos, porque él siempre se la pasaba hablando del suyo. No sabía dónde vivían ni si tenían hermanos y cuantos, porque Daniel se la pasaba hablando de su hogar, sus padres y su hermana.

Esto no solo incluía gustos y datos de familia. Muchas veces algunos niños de la escuela le intentaban contar algún problema a Daniel, como hacen en general los amigos que se apoyan mutuamente. Pero Daniel ni se enteraba de eso, empezaba a hablar de él y sus asuntos.

Y fue así como Daniel empezó a quedarse cada vez más solo. De sus amigos todos se fueron alejando poco a poco. Hasta que incluso el último se cansó también de escuchar a Daniel hablar como un loro, y que él ni siquiera reparase en saber cómo se llamaba su perro.

En poco tiempo notó Daniel que ya no tenía a nadie a quien hablarle. Ahora en silencio Daniel fue consciente de lo que había estado haciendo.
Se dio cuenta de que es importante compartir nuestras opiniones y puntos de vista, nuestras vivencias, pero también es muy importante escuchar a los otros.

Daniel el charlatánDaniel, después de un tiempo en soledad y de reflexión, comenzó a aproximarse a sus viejos amigos. Pero esta vez con una actitud diferente. Daniel les hacía preguntas a sus amigos y los escuchaba. Se mostraba realmente interesado en sus historias y relatos. Daniel se sorprendió de lo mucho que aprendía escuchando a los demás y lo bien que se sentía.

A Daniel acabó disfrutando mucho escuchando a sus amigos e interesándose por sus cosas. Además, se dio cuenta de que aprendía muchísimas cosas nuevas escuchando opiniones de otros. Los otros niños percibieron el cambio en Daniel, y la amistad no solo volvió a darse, sino que se fortaleció.

Ahora Daniel pasa horas y horas hablando con sus amigos y escuchándolos. Y se convirtió en todo un confesor y en un excelente amigo.
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