Un juguete para tres
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Un juguete para tres

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Un juguete para tres Había una vez tres hermanos llamados Jesús, Juan y Javier. Los tres se querían mucho, pero no compartían nunca sus juguetes. Cada uno tenía los suyos y no los ponían en común para jugar.

Un día, en el escaparate de la tienda de juguetes, el dueño colocó un robot increíble del que se enamoraron Jesús, Juan y Javier en cuanto lo vieron. Rápidamente fueron a pedírselo a sus padres. Pero cuando estos fueron a comprar tres, uno para cada uno, resultó que en la tienda solo había uno. De modo que los padres de los chicos lo compraron y pensaron que tendrían que hacer algo para elegir quien se lo quedaba.

Cuando llegaron a casa les dijeron:
- Haremos un juego y el que gane se quedará con el robot - dijo la madre de los tres niños.
- El juego consiste en encontrar un objeto que hemos escondido. Para ello, cada uno de vosotros tendrá una pista diferente - dijo el padre mientras les entregaba un sobre a cada uno.

Los tres hermanos se fueron a un lugar apartado a leer cada uno su pista. Tras horas de búsqueda acabaron los tres en el parque, justo en el mismo sitio. Jesús, Juan y Javier se miraron fijamente, pero no se dijeron nada. Tras unos minutos de incertidumbre volvieron cada uno a sus pistas.

Pero la búsqueda fue completamente infructuosa y, tras dar vueltas y más vueltas, volvieron sin darse cuenta al mismo lugar donde se habían encontrado. Jesús, el mayor, fue el primero en hablar:

- Tal vez deberíamos abandonar la búsqueda.

Juan, el hermano mediano, que también estaba cansado, asintió:
- Está claro que no lo encontraremos nunca.

Pero Javier, el pequeño, no se había dado por vencido, y tuvo una idea.
- ¿Y si compartimos las pistas y buscamos el objeto escondido entre todos?

Jesús y Juan se miraron y respondieron a la vez, como si sus mentes se hubieran sincronizado de repente:
- ¡Ya! Y luego, ¿quién se queda el robot?
- Lo podemos compartir y jugar todos juntos – contestó el pequeño Javier.

Pero Jesús y Juan no estaban muy convencidos.

-Un juguete para tres Es mejor tener un robot para todos que no tener ninguno, ¿no os parece?
- La verdad es que este enano tiene razón - dijo Jesús.
- Sí, estoy de acuerdo – añadió Juan.
- Entonces, vamos a compartir nuestras pistas - dijo Javier muy decidido.

Cuando pusieron las papeles en el centro para intentar descifrar las pistas se dieron cuenta de que eran pistas complementarias. En pocos minutos encontraron el objeto escondido, que no era otro que el robot que tanto querían los tres.

- Pues sí que es extraordinario este juguete - dijo Juan -. Ha conseguido que nos pongamos los tres de acuerdo.

Desde ese día Jesús, Juan y Javier comparten mucho más que aquel juguete, porque han aprendido que es mucho más divertido jugar juntos compartiendo sus juguetes que hacerlo solos.
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