Poto, Peto y Pita
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Poto, Peto y Pita

Edades:
A partir de 4 años
Poto, Peto y Pita Poto, Peto y Pita eran tres hermanos a los que les encantaba pasarlo bien. Además, le gustaban mucho los animales, así que tenían un montón de mascotas.

Pero lo que no gustaba nada a Poto, a Peto y a Pita era cuidar a sus mascotas, mantener sus estancias limpias, asearlos o darle de comer a sus horas.

Poto, Peto y Pita se pasaban el día jugando y riendo. Algunas de sus mascotas les acompañaban muchas veces. Otras, como los peces, simplemente no podían.

El papá de Poto, Peto y Pita era el que se encargaba de cuidar de las mascotas. Era agotador.

Un día, cuando llegaron a casa, Poto, Peto y Pita se quedaron extrañados en la puerta.

—¿Qué pasa aquí? —preguntó Poto.

—Es extraño, me falta algo —dijo Peto.

—Falta algo, ¿no os parece? —añadió Pita.

Tardaron un rato en darse cuenta de que… ¡no había ni un solo animal en la casa!

—¿Qué tal, hijos? —preguntó su padre.

—¿Dónde están nuestras mascotas? —preguntó Poto.

—No lo sé —dijo su padre—. He salido un momento a comprar y, cuando he vuelto, ya no estaban.

—¡Nos han robado! —exclamó Peto.

—No lo creo —-dijo su padre—. No falta nada más y no han forzado ninguna puerta ni roto ninguna ventana.

Los niños recorrieron todo el barrio en busca de alguna pista sobre lo que les podía haber pasado a sus mascotas. Pero no descubrieron nada.

Esta noche la pasaron intranquilos, preguntándose qué podía haber pasado.

Al día siguiente continuaron la búsqueda, sin ningún resultado. Al regresar, se encontraron en casa con un señor uniformado.

—Mire, aquí están mis hijos —dijo el padre de Poto, Peto y Pita—. Puede entregarles a ellos la notificación.

—Bien, Poto, Peto y Pita —dijo el señor uniformado—. Soy el representante del sindicado de mascotas no cuidadas de este lugar. Tengo para vosotros una notificación del juzgado de menores poseedores de mascotas. Vuestras mascotas os han demandado por no atenderlas debidamente. Mañana os debéis presentar en el juzgado a buscar a vuestras mascotas y firmar un compromiso de cuidado o vuestras mascotas buscarán otro hogar.

Poto, Peto y PitaPoto, Peto y Pita estaban muy asustando, pero también contentos por saber que sus mascotas estaban bien.

Al día siguiente se presentaron en el juzgado y firmaron el compromiso. Pero el juez no les dejó salir así, sin más. Por haber cuidado tan mal a sus mascotas debían ofrecer servicios comunitarios gratis durante un mes para ayudar a las personas mayores que tenían mascotas y no podían ocuparse de ellas tan bien como querrían.

Poto, Peto y Pita aceptaron sin rechistar.

Pasó el mes, pero Poto, Peto y Pita siguieron ayudando a la gente mayor con sus animales. Los suyos no volvieron a tener ninguna queja. Y lo mejor de todo es que de todo conseguían hacer un juego, divertirse y hacer que todos los que estaban con ellos también se lo pasaran bien.
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