Manolito Chulito
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Manolito Chulito

Edades:
A partir de 6 años
Manolito Chulito Manolito era un niño engreído y presumido que miraba a todos los demás con mucha chulería. Por eso todo el mundo le conocía como Manolito Chulito. Pero a Manolito eso no le ofendía, al contrario, le hacía sentir superior.

Manolito Chulito llegaba al colegio todos los días en un gran coche conducido por un chófer uniformado. El chófer le habría la puerta y le llevaba los libros hasta la puerta del aula.

Todos los días Manolito llevaba para almorzar cosas exquisitas que comía con cuchillo y tenedor, a veces incluso con cuchara.

Para estar siempre rodeado de gente Manolito Chulito llevaba también un almuerzo delicioso y abundante para repartir entre quienes quisieran ser su escolta. Así se protegía de los que querían pegarle.

Un día, el colegio organizó una excursión muy especial. Todos los niños del curso de Manolito pasarían una semana de acampada aprendiendo técnicas de superviviencia.

A Manolito no le hacía ninguna gracia pasar varias noches tirado en una esterilla dentro de un saco de dormir, ni mucho menos bañarse en el río con sus compañeros. Para evitarlo, Manolito intentó de todo en casa. Pero nada funcionó.

-Mamá, no quiero ir -dijo Manolito-. Me llenaré de barro, cogeré piojos y tendré que comer cosas horribles.

-Aprender técnicas de superviviencia es vital, hijo -dijo máma-. Nunca se sabe cuándo será necesario usarlas.

-Pero si siempre estoy rodeado de gente que hace todo por mí, mami -replicó Manolito.

-Por eso mismo -dijo mamá-. A ver si aprendes que no siempre va a haber alguien que solucione tus problemas.

Como no había remedio, Manolito Chulito decidió ser el más guay de la acampada y se aprendió de memoria un libro sobre supervivencia que tenía su padre.

Cuando al día siguiente se subieron todos al autobús, Manolito fue dando lecciones de superviviencia a los niños para demostrar que era el que más sabía.

Cuando llegaron al campamento los monitores estaban convencidos de que Manolito era todo un experto, así que le encomendaron una misión nocturna.

Manolito, todo chulo, se dispuso a adentrarse en el bosque que rodeaba el campamento para hacer lo que le habían pedido cuando, de repente….

-Manolito ChulitoUuuu, uuuu

-¡Ah, sooooocooorroooo!

Manolito salió corriendo hacia el campamento.

-¿Qué ha pasado? -preguntó un monitor.

-¡Un fantasma! -gritó Manolito.

-¿Un fantasma? -dijo uno de los niños-. Para fantasma tú. ¿A quién se le ocurre meterse en el bosque de noche, sin linterna y sin nada? Además, lo que has oído es un búho.

A Manolito se le quitaron las ganas de chulear para siempre. Esa semana aprendió muchas cosas sobre la supervivencia, pero también sobre la humildad y sobre la amistad, porque todos sus compañeros, olvidando rencores y rencillas pasadas, le echaron una mano. Al fin y al cabo, se necesitaban unos a otros para superar las duras pruebas a las que les sometieron en el campamento de superviviencia.
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