Lupo, el conejo gruñón
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Lupo, el conejo gruñón

Edades:
A partir de 4 años
Valores:
Lupo, el conejo gruñón Lupo era un conejo bastante gruñón. Había llegado al pueblo en el que vivía cuando se quedó sin hogar por culpa de un cazador furtivo. Aunque todos sabían que era un protestón, nadie se atrevió a negarle alojamiento porque en el fondo les daba pena.

Aunque le dejaron vivir en su bosque, no tenían interés por hacerse sus amigos. No solo porque era un gruñón, sino también porque era un conejo un poco raro. Tenía unas orejas extrañamente pequeñas. Tenía además una voz extraña, un acento chirriante y cantarín muy molesto. Hacía mucho ruido al comer y por eso nadie le invitaba a sus fiestas y banquetes.

Con el tiempo, Lupo se acostumbró a ser el raro. Lo malo es que estaba siempre solo, día tras día en su madriguera. Con el tiempo empezó a echar de menos el contacto con otros conejos. Compartir un buen plato de zanahorias, correr entre los matorrales o hacer un concurso de saltos.

Un día, una mamá coneja que caminaba junto a sus gazapos le pidió a Lupo algunas de las zanahorias silvestres que tenía a la puerta de su madriguera. Le pidió que le diera algunas para sus crías. Lupo, de muy malas formas, le dijo que no y se metió en su madriguera.

Esto provocó que todos los conejos del bosque se quejasen y, al final, decidiesen echar a Lupo de su comunidad.

– ¡Es un desagradecido! Después de todo lo que hemos hecho por él- le gritaban mientras se iba.

Lupo caminó durante días. Por las noches, buscaba un agujero donde dormir. Un día, un sonido muy agudo le despertó. Era una urraca que no tenía amigos, al igual que el conejo. Lo que sí tenía era un escondite donde guardaba montones de semillas y frutos que había ido recoleLupo, el conejo gruñónctando. Por puro interés, Lupo accedió a ser su amigo. Pero la urraca enseguida se dio cuenta de que el conejo era un ser egoísta y mezquino. Así que también le echó de su lado. Al final, Lupo decidió volver al bosque del que le habían echado, pero lo hizo con otra actitud. Pronto le incluyeron en sus fiestas y Lupo entendió que era mucho mejor vivir en comunidad. Por ejemplo, cuando le faltaba comida, otro se la daba y, si alguien tenía goteras en su madriguera, otros buscaban la forma de solucionarlo. Así la vida era mucho más sencilla y agradable.
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