Laura y la pajita
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Laura y la pajita

Edades:
A partir de 4 años
Laura y la pajita Laura estaba paseando tranquilamente con su madre. Hacía una tarde templada y soleada, y daba gusto pasear por la calle. Después de un rato, Laura tuvo sed. Así que le pidió a su madre algo de beber:

-Mamá, ¿me compras un refresco? -preguntó la niña.

-Si quieres te puedo comprar un zumo de naranja natural -respondió su mamá.

-¡Vale! -dijo la niña. A Laura le encantaba la fruta.

Laura y su madre se acercaron al puesto a comprar el zumo.

-Solo tengo vasos de cristal -dijo el señor del puesto de zumos-. ¿Lo quieren para llevar o se lo toman aquí?

-Nos lo tomamos aquí, gracias -dijo la mamá de Laura.

-¿Me puede dar una pajita, por favor? -pidió Laura.

-¿Una pajita? Pero ¿no sabes qué día es hoy? -preguntó el señor.

-3 de febrero, lo apuntó la maestra esta mañana en la pizarra -dijo Laura-. ¿Qué tiene eso que ver con la pajita?

-¡Todo! -exclamó el tendero-. Hoy es el Día Internacional Sin Pajita.

-¿Y eso es importante? -preguntó Laura.

-Importantísimo -dijo el señor del puesto.

-¿Por qué? -preguntó Laura, muy intrigada.

-Porque las pajitas son de plástico -dijo el señor.

-Pero son muy pequeñas -dijo la niña-. ¿Qué importa una pequeña e insignificante pajita?

-Es que no es una, sino millones de ellas al cabo del mes en todo el mundo -dijo el señor-. Celebramos este día para concienciar a la gente de los pequeños gestos.

Laura se quedó pensando. Realmente, las pajitas eran muy pequeñas, pero una tras otra hacían un montón de plástico.
-Tiene usted razón -dijo Lara.

-Si quieres te puedo regalar una pajita de acero inoxidable, pero me tienes que prometer que la vas a guardar y la vas usar en lugar de las de plástico -dijo el señor-. Viene con una fundita y todo para llevar en el bolso o en la mochila.

-¡Gracias! -dijo Laura.

ELaura y la pajitan realidad el señor del puesto de zumos tenía allí las pajitas para vender, pero vio a Laura tan interesada y tan comprensiva que no pudo por menos que regalárselo.

Laura se acabó el zumo y le devolvió el vaso al señor del puesto. Mientras se lo entregaba le dijo:

-No tiene vasos de plástico por lo mismo, ¿verdad? Para no generar más residuos .

-Exactamente -dijo el señor-. Si todos ponemos nuestro pequeño granito de arena el planeta lo notará.

-¡Y nosotros también! -dijo Laura.

Madre e hija siguieron con su paseo, mientras hablaban de todas las cosas que podían hacer ellas para reducir los plásticos. ¿Y a ti? ¿Qué se te ocurre que puedes hacer?
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