La piedra mágica de los deseos
Síguenos en:

La piedra mágica de los deseos

Edades:
Todas las edades
La piedra mágica de los deseos En un pequeño pueblo vivía un humilde campesino que trabajaba la tierra de sol a sol. Lo había hecho durante décadas, y estaba cansado. El hombre vivía con su nieto, que ayudaba a su abuelo siempre que podía.

Un día, mientras labraba la tierra, el campesino encontró una extraña piedra. La piedra brillaba tanto como un diamante, a pesar de que era negra como el carbón.

—Mira, abuelo, has encontrado la piedra mágica de los deseos —dijo el niño.

—No digas tonterías, muchacho, no existen piedras de los deseos ni tampoco genios en las lámparas —dijo el campesino. Y lanzó la piedra lejos.

Mientras lo hacía, el campesino pensó: “Ojalá fuera emperador para no tener que trabajar más la tierra”.

Al instante, el campesino se vio rodeado de lujos y sirvientes. Aquello parecía maravilloso, pero pronto el campesino se sintió agobiado. La luz del sol no entraba por las ventanas, que estaban cubiertas con grandes cortinas y la gente no paraba de entrar y salir.

El campesino solo quería salir a tomar el sol y a respirar aire fresco. Y en aquella habitación no podía no moverse.

El buen hombre vio la piedra sobre la mesa y recordó lo que le había dicho el niño, que era la piedra mágica de los deseos. Y pensó: “Ojalá fuera un pájaro y pudiera volar libre, lejos de aquí”.

Al instante el hombre se convirtió en un pequeño gorrión que empezó a revolotear por la habitación, buscando una salida. Pero las ventanas seguían cubiertas con las cortinas y las puertas estaban cerradas.

Uno de los sirvientes se apiadó del pequeño gorrión y le abrió paso para que saliera al exterior. Allí el gorrión voló libre, disfrutando del aire puro y del calor del sol.
Pero pronto se hizo de noche. El gorrión se dio cuenta de que no tenía dónde dormir. Intentó buscar refugio en el hueco de algún árbol. Pero no halló ninguno que le sirviera.

Entonces vio la piedra mágica de los deseos en el suelo y pensó: “Ojalá fuera una gran roca para no tener que preocuparme de buscar refugio durante la noche”.

Inmediatamente, el gorrión se convirtió en una enorme piedra. Y se sintió bien, pues podría descansar tranquilamente.

Cuando amaneció el sol empezó a calentar la piedra. Al calor del sol se sumó el tedioso aburrimiento de no tener nada que hacer.

Por suerte ahí seguía la piedra mágica de los deseos. En cuanto la vio, el campesino convertido en roca pensó: “Ojalá pudiera cambiarme por el sol”.

Dicho y hecho: se convirtió en sol. Desde allí arriba, el campesino tenía unas maravillosas vistas del mundo. Incluso vio su huerto. Y a su nieto trabajando afanosamente en él.

Desde allí arriba, el campesino convertido en sol pensó que podría darle mucho calor a sus plantas para que crecieran más fuertes. Así que calentó con todas sus fuerzas. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que estaba secando mucho la tierra. Si no llovía, las plantas se secarían.

Fue entonces cuando vio la piedra mágica de los deseos allí, en su huerto. Y pensó: “Ojalá fuera una gran nube de lluvia para regar mi huerto”.

ELa piedra mágica de los deseosnseguida se convirtió en una inmensa nube negra, cargada de agua, y empezó a descargar lluvia sobre su huerto.

Tras un rato lloviendo se dio cuenta de que ya era suficiente, pero no podía parar de soltar agua. Tenía que parar si no quería echar a perder las plantas.

Buscó la piedra mágica, pero no la vio.

Desesperado, convencido de que no pasaría nada y de que se quedaría para siempre en ese estado, el campesino convertido en nube sollozó: “Ojalá pudiera recuperar mi vida de antes”.

Y todo volvió a la normalidad. El campesino se despertó tumbado en la hamaca que tenía en el porche de su casa, con la piedra negra y brillante en la mano. Su nieto se acercó y le dijo:

—Te has quedado dormido, abuelo.

El campesino miró la piedra y recordó el sueño.

Entró en la casa y colocó la piedra en un lugar bien visible. El niño, al verlo, le preguntó:

— ¿Por qué pones ahí la piedra, abuelo?

Este respondió:

—Para no olvidar nunca que tengo todo que necesito para ser feliz, pequeño.
Puntuación media: 8,5 (257 votos)
Tu puntuación:
Cuentos con valores similares