La mosca del café
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La mosca del café

Edades:
A partir de 6 años
Valores:
La mosca del café Luis trabajaba en una oficina en la que a todo el mundo le encantaba el café. Eso sí, no todos lo tomaban igual. Unos le echaban leche, otros leche condensada, algunos incluso un poco de hielo o una pizca de canela. Lo que sí compartían era el amor por esos granos recién molidos que inundaban de aroma el ambiente cada mañana.

Un día, a media mañana, cuando todos estaban en silencio concentrados en sus tareas, se escuchó un grito seco y agudo.

- ¡Qué asco, ¡una mosca en mi café!

Era Lucía, una chica que llevaba toda la mañana reunida y soñando con el momento del café. Cuando por fin pudo servirse su taza, una mosca decidió darse un chapuzón en ella. El insecto no se ahogó y Pedro, un compañero, lo rescató del líquido caliente y fue a secarle las alas con mimo al secador del baño. Un gesto que él consideraba de bondad y que tuvo consecuencias inesperadas para Pedro y el resto de sus compañeros.

A la mañana siguiente, una mosca gigante ocupaba el centro de la oficina. No era peligrosa, de eso se dieron cuenta casi al momento. De hecho, llevaba una gorra en la que se podía leer ‘café recién hecho’. Era lo que se llamaba ‘la mosca del café’, una especie exótica en la que nadie creía pero que ahora tenían delante de sus narices.

La leyenda decía que si una mosca se caía en una taza de café y un humano la rescataba a tiempo, debía servirle esa bebida durante al meLa mosca del cafénos un año. Así que eso fue lo que hizo la mosca que Pedro rescató de la taza de su asustada compañera. El resultado: durante un año toda la oficina disfrutó de café recién molido cada mañana. Al cabo de este tiempo, la mosca recuperó su tamaño original y volvió a surcar los cielos en busca de una nueva misión. En la oficina, aunque habían estado muy agradecidos a aquel servicial insecto, empezaron a usar tapas para sus tazas para evitar intrusos inesperados.
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