La historia del primer hombre que consiguió volar
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La historia del primer hombre que consiguió volar

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La historia del primer hombre que consiguió volar Hace muchos siglos, allá por el siglo IX, vivió en lo que hoy conocemos como Andalucía un hombre musulmán llamado Abbás Ibn Firnás. El señor Firnás era un filósofo y científico importante con grandes ansias de saber que, además, tenía un gran sueño: volar.

Cuenta la leyenda que Firnás vio a un hombre, que todos consideraban como un loco, tirarse desde una gran torre, provisto de una gran capa diseñada de tal manera que, al caer, el hombre consiguió llegar al suelo sin abrirse la cabeza, aunque algún hueso sí que se rompió.

Cuando lo vio, Firnás pensó que, tal vez, era posible volar, y decidió intentarlo. Aunque pensó que tendría modificar esa capa, porque a Firnás le interesaba llegar al suelo de una sola pieza.

Firnás pasó mucho tiempo analizando y estudiando aquella capa para dar con la solución. Tenía que conseguir volar de manera más segura. Después de mucho tiempo, por fin Firnás dio con algo que podría funcionar, y diseñó una máquina sólida.

Firnás diseñó una especie ala delta con plumas y seda que acopló a su cuerpo a modo de alas. Con esta especie de disfraz de pájaro, Abbás Ibn Firnás se encomendó a Alá, su Dios, y se lanzó al vacío desde una alta torre.

Para sorpresa de todos, Firnás planeó, disfrutando de la libertad de un pájaro. Pero aunque nuestro valiente personaje podía controlar un poco el vuelo son sus brazos, no tenía capacidad de decisión para subir o bajar, como los pájaros, y tuvo que enfrentarse al momento de la verdad: el aterrizaje.

La historia del primer hombre que consiguió volarCuando finalmente Firnás fue llegando al suelo, tuvo que usar sus piernas como puente de aterrizaje. El impacto fue muy fuerte, y Firnás sufrió las consecuencias en su espalda, que quedó dañada para el resto de su vida.

Su lesión le impidió volver a intentar volar, pero vivió el resto de su vida con la satisfacción de haber conseguido su sueño.

Desde entonces, Firnás se dedicó por completo a sus otros experimentos y a otra de sus grandes aficiones: la poesía.
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