La historia de Doguardo, el perro silencioso
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La historia de Doguardo, el perro silencioso

Edades:
A partir de 4 años
La historia de Doguardo, el perro silencioso Doguardo era un perrito adorable al que todos querían. Vivía con la señora Feliciana y con otros dos compañeros: Titi, un pájaro de colores vivos y plumas resplandecientes, y Bigotes, un gato perezoso con un pelaje suave como la seda.

Doguardo era un perro silencioso que no ladraba nunca, así que todos pensaban que era mudo. Aunque eso no era cierto. Lo que le pasaba a Doguardo es que tenía miedo a ladrar.

Un día, mientras la señora Feliciana estaba fuera, Doguardo, Titi y Bigotes escucharon un ruido inusual que llegaba desde la cocina. Pronto descubrieron que una pareja de mapaches traviesos estaba haciendo un desorden monumental en busca de comida.

—Ladra, Doguardo —dijo Titi, el pajarito.

Doguardo sabía que debía ladrar para espantar a los mapaches, pero su miedo le impedía hacerlo. Así que se escondió.

Titi, valiente y protector, trató de ahuyentar a los mapaches aleteando y lanzando un aluvión de graznidos. Pero lo único que logró fue que los mapaches se partieran de risa.

Al ver que Titi no conseguía espantarlos, Bigotes soltó un poco su modorra habitual e intentó intimidar a los intrusos. Pero lo que intentó ser un aterrador bufido no fue más que una mezcla de ronquido y gemido que hizo que los mapaches se rieran todavía más.

Doguardo observaba, angustiado. Quería proteger su hogar y a sus amigos. En ese momento, recordó todas las veces que la señora Feliciana había hecho grandes esfuerzos por cuidar de todos ellos.

Al ver que sus amigos se esforzaban por proteger su hogar, Doguardo tomó una profunda inspiración. Sabía que tenía que vencer su miedo. Así, reuniendo todo su valor, soltó el más fuerte y profundo ladrido que jamás se había escuchado en el mundo entero.

Los mapaches, asustados, salieron disparados de la casa y no volvieron nunca más.

Titi y Bigotes abrazaron a su amigo.

—¡Lo has hecho muy bien, Doguardo!

JLa historia de Doguardo, el perro silenciosousto en ese momento, la señora Feliciana entró por la puerta.

—Doguardo, ¿has ladrado tú?

El perrito bajó la cabeza, mientras Bigotes y Titi intentaban mostrar el desorden que había en la cocina.

—Entiendo, ha entrado alguien, ¿verdad? Y tú los has expulsado. Muy bien, Doguardo, lo has hecho muy bien.

A partir de ese día Doguardo no volvió a tener miedo a ladrar.

Dicen que le ha cogido tanto gusto a emitir sonidos que Bigotes le está enseñando a maullar y Titi a cantar. Aunque eso ya me parece a mí muy exagerado. O tal vez no, nunca se sabe. Al fin y al cabo esto es un cuento, y en los cuentos puede pasar ¡cualquier cosa!
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