La gallina de los huevos de diamante
Síguenos en:

La gallina de los huevos de diamante

Edades:
A partir de 6 años
La gallina de los huevos de diamante Tal vez conozcas la fábula de la gallina de los huevos de oro. Se trataba de una gallina que ponía… ¡Adivínalo! ¡Sí! Huevos de oro. Los granjeros que lo descubrieron pensaron que tenía oro en su interior, así que la sacrificaron para coger el oro. Sin embargo, dentro de la gallina no había nada. Y, una vez muerta, la gallina dejó de dar oro.

La avaricia de los granjeros hizo que lo perdieran todo. Esta fábula la conocía bien el ogro Trogo, que tenía una gallina que ponía huevos de diamante. Esta es su historia.

El ogro Togro había rescatado a la gallina de los huevos de diamante de la cueva de un dragón. El ogro Togro estaba encantado con los huevos de diamante. Pero había varios problemas. El primero era que los huevos de diamante no se podía comer. El segundo era que la gallina solo ponía un huevo al año y, mientras tanto, había que alimentarla para que pusiera un huevo bien grande y hermoso.

El ogro Togro decidió vender la gallina. Estaba convencido de que esa sería la mejor solución.

—Te cambiaré por una docena de gallinas ponedora y un buen gallo— le dijo el ogro Togro a la gallina—. Al menos así comeré todos los días.

El ogro Togro bajó a la aldea con su gallina. Fue visitando a todos los vendedores de gallinas, intentando cambiar su gallina de los huevos de diamante por una docena de gallinas ponedoras y un gallo.

—¿Tú quieres tomarme el pelo o qué? —le dijo el señor Galluno.

—Si vuelves a venir aquí a intentar timarme te vas a enterar —le dijo la señora Gallénez.

Y así, puesto por puesto.

El ogro Togro volvió a su cueva, con su gallina de los huevos de diamante.

Como estaba muy triste, el ogro Togro cogió a la gallina entre sus toscos brazos y empezó a acariciarla.

—Podría comerte y así saciaría hoy mi hambre —dijo el ogro Togro—, pero solo comería una vez. Si me dieras un huevo de verdad, aunque solo fuera una vez, para saciar mi hambre…

Entonces, la gallina puso un huevo, un huevo de verdad.

—¡Oh, gracias, gallinita! —dijo el ogro. Y se comió el huevo.

Al día siguiente, el ogro volvió a acariciar a la gallina y le dijo:

—¡Qué feliz me harías si me dieras un huevo, gallinita!

Y eso hizo la gallina, poner un huevo.

Pronto el ogro Togro se dio cuenta de que solo tenía que acariciar a la gallina y pedirle amablemente un huevo para que esta pusiera uno.

La gallina de los huevos de diamanteUn día, al ogro se le ocurrió pedirle más huevos para venderlos en el mercado y, con el dinero que sacara con ellos, comprar otras cosas de comer, y comida para la gallina.

Dicho y hecho: la gallina empezó a poner huevos como el que hace churros.

Muchos quisieron comprarle la gallina al ogro Togro, pero este ya no la quería vender.

La gallina seguía poniendo su huevo de diamante anual. Pero poco le importaba al ogro Togro ese diamante, que guardaba en una caja al fondo de su cueva con todos los demás.

Al ogro Togro lo que le importaba era comer y, sobre todo, cuidar a su amiga gallina, que no solo le alimentaba sino que, además, le hace compañía y le hace sentir mejor. Porque no hay nada como tener una alguien a quien cuidar y acariciar todos los días.
Puntuación media: 8,7 (237 votos)
Tu puntuación:
Cuentos con valores similares