En el camino de la escuela
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En el camino de la escuela

Edades:
A partir de 8 años
En el camino de la escuela Julián y César se encontraban todos los días en el camino para ir a la escuela y caminaban juntos. Julián miraba todos los días a César con envidia, pues llevaba siempre una ropa estupenda, una mochila genial, un reloj estupendo, un móvil de última generación y otras cosas que él no tenía.

Por el camino, César le hablaba a Julián sobre todas las cosas chulas -y caras- que tenía, sobre las cosas interesantes -y caras- que comía, sobre los juguetes guays -y caros- que tenía, sobre los impresionantes -y caros- viajes que hacía y muchas otras cosas más, todas ellas muy costosas..

Julián se sentía muy miserable cuando César le hablaba de esas cosas. Sin embargo, aunque sentía mucha envidia de él, en el fondo había algo en la forma de hablar de César que le daba cierta lástima.

Un día, de camino a la escuela, Julián le pidió a César que le invitara a su casa a ver todas esas cosas que tenía. Muchas de ellas solo las había visto en la televisión, y tenía curiosidad. Pero Julián le dijo que no podía ser.

-Mis padres no me dejan salir ni quedar en toda la semana -dijo César-. Tengo mucho que estudiar. Además de las clases de cole hago otras cosas. Estudio varios idiomas, toco un instrumento y estoy aprendiendo programación. Mis padres quieres que sea el primero en todo, y por eso tengo que estudiar todo el tiempo que pueda.

-Y, ¿qué tal el fin de semana? -le preguntó Julián.

-Mis padres me llevan todos fines de semana a conocer algo nuevo, y me piden que investigue antes de ir para que les guíe y así la visita sea más productiva.

-Entonces, tampoco -dijo Julián-. Y doy por sentado que tampoco podremos quedar en ningún puente ni en vacaciones porque te vas a uno de esos increíbles viajes con tus padres.

-Eso es -dijo César.

-Entonces, ¿para qué quieres tener siempre la última videoconsola que ha salido, la bicicleta más equipada o los juegos más caros? ¡Si no tienes tiempo de jugar!

En el camino de la escuela-Ya, bueno… -respondió César, sin saber qué más decir.

Desde ese momento Julián dejó de sentir envidia de César. Tal vez Julián no tuviera tantas cosas, ni vistiera tan bien, pero al menos tenía tiempo de jugar y de disfrutar de su tiempo libre, de compartirlo con otros.

Además, tomó una decisión. Desde ese día dedicaría mucho más tiempo a estudiar. Porque, sin duda, el día de mañana su amigo César estaría mucho más preparado que él. Y, aunque estuviera claramente en desventaja, tenía que poner todo lo que pudiera de su parte para llegar todo lo alto que pudiera.
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