El ratoncito Key tiene que ser precavido
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El ratoncito Key tiene que ser precavido

Edades:
A partir de 4 años
Valores:
El ratoncito Key tiene que ser precavido En un agujero de la ciudad vivían un ratoncito y su madre. Aunque la gente no lo sepa, en los bajos de la ciudad hay pequeñas escuelas para insectos y roedores. Nuestro amigo, el ratoncito Key, iba al colegio todos los días y su madre antes de que saliera rumbo a clase le decía:

-Key cariño, debes tener en cuenta que hay peligros ahí afuera, puede haber alcantarillas sin salida, gatos peleones, comida en mal estado y trampas para ratones. Estate pendiente, ahora vas solo al cole porque ya te veo mayor para ello, pero tienes que ganarte mi confianza.

-Bueno, mamá, que exagerada eres, todo lo ves con peligros.

-Si una vida buena quieres tener atención a las cosas tienes que prestar.

Key salía de casa sin discutir más con su madre, a la que veía una madre asustada, y corría por las calles, se metía en todas las alcantarillas, correteaba hasta llegar al colegio sin prestar mucha atención.

Un buen día Key encontró en una esquina un trozo de queso. Se encontraba encima de una tabla negra. Key pensó que esa tabla no sería nada malo, sería algo que se olvidó otro ratón y que vendrá a por ello más tarde.

Key salivaba, porque no hay nada que le guste más que un pedazo de queso. Se acercó sigiloso mirando para todos los lados. Cuando colocó su zarpita encima de la tabla negra para atrapar el queso con la otra zarpa una rejilla de metal se cerró sobre la primera mano.

-¡Oh, dios mío! -gritó Key-. Es una trampa.

Key estaba muy nervioso, porque no sabía cómo saldría de allí. ¡Menuda bronca que le iba a echar mamá! Eso si volvía a verla. De repente un gato salió de un túnel. Key ya vio que todo iba de mal en peor. El gato se acercó a él y le dijo:

-¿Qué haces ahí ratoncito? No eres nada prudente, ¿Quién piensas que va a dejar ahí ese trozo de queso?

-El ratoncito Key tiene que ser precavidoNo me comas, por favor. Mi mamá me avisó de todos los peligros, pero no pensé que fuera cierto. Ayúdame a escapar por favor.

-Has tenido suerte, yo soy un gato bueno y apenas como ratones. Te soltaré.

Y así fue, el gato logró con sus garras liberar a Key que no paraba de llorar. El ratón agradecido le dijo que si alguna vez se encontraba podría pedirle el favor que quisiera. El gato se fue riéndose de lo asustado que estaba Key todavía. Cuando llegó a casa le contó lo ocurrido a su mamá que estaba preocupada porque no llegaba del cole. Le pidió perdón y le prometió que a partir de ahora sería un ratoncito precavido.
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