El problema de Benito
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El problema de Benito

El problema de Benito Benito era un niño como cualquier otro, iba a la escuela, tenía muchos amigos con los que jugaba y una familia compuesta por sus padres y dos hermanas mayores. La vida de Benito podría ser tranquila y sin sobresaltos, ya que afortunadamente las cosas en su entorno iban de maravilla y tenía mucho por lo cual sentirse afortunado, pero había algo que hacía que Benito no disfrutase de todo eso: su forma de pensar.

El niño estaba constantemente pensando en que todo podía salir mal. Si hacía un paseo muy esperado, temía que ese día lloviese y sus planes se arruinaran. Si tenía un examen en la escuela, tenía miedo de no aprobarlo. Y si le regalaban algo muy bonito, o él mismo se lo compraba con su dinero, tenía miedo de que se rompiese pronto o se lo robaran. En fin, Benito lo tenía casi todo, pero no podía disfrutarlo.

Una tarde, como solían hacerlo regularmente, Benito y su familia visitaron a la abuela, que vivía en una zona rural en la periferia de la ciudad. Como el viaje era bastante largo, la familia solía quedarse todo el fin de semana en casa de la abuela. Benito adoraba visitar a su abuela, pero cada vez que iban para allí él tenía miedo sufrir un accidente en el camino con el coche o que robasen su casa porque la dejaban unos días sola.

Ya en casa de la abuela, el niño se distrajo un poco de sus pensamientos y se ocupó de disfrutar lo que ella les había cocinado, especialmente para cuando llegaran a su casa.

Y no era solo eso; como en poco tiempo era el cumpleaños del pequeño, la abuela tenía una sorpresa exclusivamente para él.

—Sé que faltan algunos días Benito, pero ya que estás aquí quiero darte tu regalo de cumpleaños —mientras la abuela decía estas palabras, se acercaba con un paquete bastante grande que arrastraba por el suelo, y que, a pesar de estar envuelto, por la forma era obvio que era una bicicleta.
—Gracias, abuela —dijo Benito mientras con total entusiasmo comenzó a quitar el envoltorio y encontrar lo que tanto había deseado, una bicicleta de montaña roja.

La cara de felicidad le duró unos segundos, pero luego la expresión de Benito se oscureció.

—¿Qué pasa, Benito? ¿No te gusta? Si mal no recuerdo, era rojo el color que tú querías —preguntó la abuela.

—Si me encanta, es tal como yo la quería, pero… —Benito hizo una larga pausa antes de seguir. —Esta bicicleta es muy grande y veloz, seguramente tenga un accidente con ella… O peor aún, es tan bonita que alguien me la va a robar.

La mujer, que ya conocía a su nieto, no se sorprendió con el comentario y le respondió con firmeza.

âEl problema de Benito€”Benito, ¿por qué siempre piensas que ocurrirán cosas malas? La vida tiene de todo, cosas bonitas, cosas divertidas, cosas tristes y cosas aburridas. Y existen las mismas posibilidades de que pase algo malo, de que pase algo bueno, ¿por qué eliges entonces pensar en que pasará lo malo?

La expresión del niño cambio, como si esas palabras lo hubieran hecho descubrir algo nuevo, y lo habían hecho.

—Es cierto, no lo había pensado de ese modo antes.

Inmediatamente, Benito abrazó a su abuela sonriendo, y se fue a probar su bicicleta alrededor de la casa.

A partir de ese día Benito fue capaz de reconocer todas las cosas buenas que le pasaban y de no temer por lo que podía suceder. A lo largo de los años, como su abuela le había dicho, pasaron cosas buenas y cosas no tanto, pero con su nueva actitud Benito logró ser muy feliz y no preocuparse sin sentido.
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