El pirata que aprendió a valorar los alimentos
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El pirata que aprendió a valorar los alimentos

Edades:
A partir de 4 años
El pirata que aprendió a valorar los alimentos Al pirata Trueno lo que más feliz le hacía eran las monedas de oro. Buscaba mapas del tesoro por todo el mundo para encontrar todos los cofres que estuvieran guardados en uno y otro lado de la Tierra. Era verano y esta vez sabía que en la isla Coco Choco se escondía un gran baúl con dinero
.
El pirata Trueno era un hombre muy delgado porque comía muy mal. Se quejaba siempre de todos los cocineros del barco.

-¿Por qué hay que comer? -decía a voz en grito.

-No me gusta la verdura, no me gusta la fruta, no me gusta el pescado, ni las aceitunas. Solo como algo de carne cuando la asan aquí delante -decía en muchas ocasiones a toda su tripulación.

El pirata Trueno se acostaba todas las noches muy pronto porque estaba muy cansado al comer tan mal, pero él no era capaz de ver que esa era la causa de su malestar.
Pasaban los días y los piratas malvados a cargo del pirata Trueno se acercaban a la isla Coco Choco. El mar estaba en calma y eso hacía que fuera más fácil llegar.

La tarde que llegaron, el Pirata Trueno se había vuelto a enfadar con el cocinero:

-¡No quiero puré de calabacín! No quiero los plátanos y las manzanas. Quítalos de aquí.
El cocinero desesperado sacaba la comida del camarote del enfadado pirata. Lo único que calmaba a Trueno en esos momentos eran unos bombones de chocolate, pero eso no era bueno para él alimentarse solo de postres.

Cuando llegaron a la isla Coco Choco todos los piratas malvados aplaudieron. ¡Habían llegado y ahora cogerían el tesoro! Se bajaron corriendo por la escalera del barco nada más atracar en la playa. Llevaban palas para levantar la arena y encontrarlo.

El pirata Trueno quería ser el afortunado que tocara el cofre, pero al poco de levantar cuatro veces la pala ya estaba cansado y no pudo hacer más.

-Tú, grumete, coge mi pala -dijo el pirata Trueno.

-Claro mi señor. Está usted sin energía, no ha comido bien en varios días -dijo el grumete.

-Déjame. No he tenido hambre. Lo más importante es el oro -contestó el pirata Trueno.
Cuando encontraron el cofre había un montón de monedas, pero no las pudieron repartir porque empezó a caer una lluvia infernal encima de ellos. En la playa Coco Choco se inició una gran tormenta y no podían volver al barco porque se había escapado al mar y no estaba bien amarrado.

-¿Y ahora qué hacemos? -gritaban los piratas mientras miraban al pirata Trueno.

-Tenemos mucho oro. Vamos dentro de la isla y encontremos dónde dormir y comer.

YEl pirata que aprendió a valorar los alimentos así fueron recorrieron toda la isla, pero no encontraban nada. Esa isla solo tenía palmeras y lagos. Los piratas empezaban a estar muy cansados y a tener hambre. No podían caminar, casi no tenían fuerzas ni para hablar hasta el pirata Trueno empezaba a tener hambre. ¡Qué sufrimiento!

El pirata Trueno estaba muy desconcertado, miraba sus monedas de oro y pensaba:

-¡Tanto dinero en mis manos y qué mal me encuentro! Pensé que lo mejor era el dinero y ahora entiendo que lo importante es descanso y alimento.

Cuando amainó la lluvia unos cuantos piratas fueron a recuperar el barco y pudieron comer los alimentos que no se habían estropeado para recuperar fuerzas. El pirata Trueno comió mucha fruta y mucho pescado y se empezó a encontrar mejor. A partir de ahí se empezó a portar bien con el cocinero y a agradecer los alimentos cada día.
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