El oso polar que vivía solo
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El oso polar que vivía solo

Edades:
A partir de 4 años
Valores:
El oso polar que vivía solo Había una vez un oso polar que vivía solo en el Polo Norte. No es que no vivieran nadie más allí, sino que los había espantado a todos con su carácter huraño y gruñón.

—¡Qué a gusto estoy aquí y solo, sin nadie que me moleste! —gritaba el oso polar cuando se despertaba por las mañanas—. ¡Qué feliz estoy así!

Un día, después de mucho tiempo, apareció por allí un pequeño gatito gris.

El oso, al verlo, le preguntó:

—¿Qué hace un gato en el Polo Norte?

El gatito lo miró y, sin pensárselo dos veces, le dio al oso polar un mordisco en la pierna.

—¡Eh!, ¿qué haces? —protestó el oso polar.

—Tengo hambre —gruñó el gatito.

—¿No ves que soy más grande que tú? —dijo el Oso Polar—. Podría acabar contigo de un solo zarpazo.

El gatito se encogió y se echó a llorar.

—Tengo hambre… ¡Y mucho frío! —dijo el gatito.

—Este no es lugar para un animalito como tú —dijo el oso polar.

—Vine con una expedición de humanos y me dejaron aquí —dijo el gatito, con mucha pena.

Al oso polar le dio mucha ternura el gatito y le dijo:

—Si prometes no volver a morderme, te daré de comer y te dejaré que te acurruques aquí conmigo. Ya verás cómo te calientas enseguida.

—Gracias, amigo —dijo el gatito.

AEl oso polar que vivía solo partir de entonces, el oso polar y el gatito se hicieron muy amigos. El oso estaba tan entretenido con el gatito que dejó de ser tan huraño y tan gruñón. Y poco a poco empezaron a vivir por allí más animales.

Algunos dicen que el oso polar sonreía a menudo, que era amable con los demás y que incluso descubrió las carcajadas.

Para que luego digan que tener un compañero dulce y cariñoso como un gatito no nos hace mejores y, sobre todo, más felices.
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