El ogro salvador
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El ogro salvador

Edades:
A partir de 4 años
El ogro salvador Había una vez un gran ogro que viajaba por el mundo buscando un hogar. Pero todos se asustaban tanto al verlo que le tiraban piedras, ponían trampas a su paso y se las arreglaban para que no pudiera comer o beber. A pesar de que el ogro no hacía daño a nadie, todo el mundo le temía y hacía lo imposible por asustarlo y dejar claro que no era bienvenido.

Así, el ogro fue de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, sin encontrar un lugar en el que asentarse. Dormía en los caminos, ocultándose entre los arbustos; o en algún risco, oculto entre las rocas. Algunas veces se deslizaba sigiloso cuando caía la noche y se ocultaba en algún pajar o en alguna cuadra abandonada.

Un día, el ogro vio una columna de humo que se alzaba en el horizonte, en medio de un gran bosque. Sin dudarlo un segundo, el ogro fue corriendo hacia allí.

A medida que avanzaba, el ogro se cruzó con centenares de animales que corrían y volaban en dirección contraria.

Unos le gritaban:

—¡Huye, insensato!

Otros le decían:

—¡Estás loco! ¡Márchate!

Pero el ogro seguía corriendo hacia el humo, dando grandes zancadas. No tardó mucho en averiguar lo que pasaba: un fuego amenazaba con destruir el bosque.

—Lo que me temía —dijo el ogro.

Había que actuar con rapidez o aquel bosque sería pasto del fuego. Pero, ¿qué podía hacer el gran ogro?

—¡Eh, quita de ahí! —gritaron unos humanos desde un gran vehículo.

El gran ogro, que nunca había hecho daño a nadie ni había sido grosero con los que se metían con él, se acercó despacio.

—Bajad de ahí y dejadme a mí —dijo el ogro.

Los humanos, asustados, se bajaron corriendo del vehículo. Era una gran excavadora.

El gran ogro cogió arrancó la parte delantera del vehículo, la pala de la excavadora, y empezó a cavar alrededor de los árboles, hasta hacer un gran surco alrededor del fuego.

Los humanos miraban al gran ogro, asombrados. En unos minutos había cavado un cortafuegos.

Pero no era suficiente. Había que contener el fuego. Y los bomberos no habían podido llegar aún. Así que el ogro cargó con la pala de la excavadora y fue corriendo a una laguna cercana a coger agua.

âEl ogro salvador€”Con eso no apagarás el fuego —le decían los humanos.

Pero el ogro no usó el agua para lanzarla contra el fuego, sino para mojar la vegetación tras el cortafuegos. Así, si alguna llama o alguna chispa lograba cruzar llevada por el viento le sería mucho más difícil prender.

Cuando por fin consiguieron llegar los bomberos con las mangueras y los helicópteros cargados de agua el ogro estaba agotado. Estaba tan cansado que se desplomó y no consiguió levantarse. Pero había contenido el incendio. Había salvado el bosque.

Desde entonces el ogro fue bien recibido en todas partes. Ahora vive feliz en una casa en el bosque, que ha construido el mismo con ayuda de muchos hombres y mujeres agradecidos.

Ahora el ogro es feliz y todo el mundo le quiere.
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