El misterio del tesoro perdido
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El misterio del tesoro perdido

Edades:
A partir de 4 años
El misterio del tesoro perdido Había una vez un circo lleno de color y alegría. Eran la alegría de la ciudad y todo el mundo los apreciaba. Además de dar un espectáculo diario en el circo, los artistas del circo pasaban mucho tiempo en la ciudad, actuaban en las calles, los parques, los colegios, los hospitales y las residencias de ancianos.

Pero un día, todos los artistas desaparecieron sin dejar rastro. La gente estaba muy triste. La sonrisa desapareció de sus rostros y la alegría se apagó en todos los lugares.

El Comisario Circerón, jefe de la policía, estaba desconcertado. Había recibido una nota que decía:

“El tesoro perdido también ha desaparecido”.

—¡Vaya lío! —se lamentó—. ¿Cómo resolveremos este misterio?

Pepito y su perrita Luna, se ofrecieron para ayudar al Comisario Circerón.

—No se preocupe, señor Comisario —dijo Pepito—. ¡Luna y yo encontraremos a los artistas del circo y recuperaremos el tesoro perdido!

—No sabía que en la ciudad hubiera ningún tesoro —dijo el comisario.

—Lo descubriremos, señor Circerón.

Juntos, comenzaron a investigar. Pepito y Luna buscaron pistas por toda la ciudad, mientras el Comisario Circerón les ayudaba desde la comisaría.

Pepito, Luna y el Comisario Circerón interrogaron a todos los habitantes del pueblo y descubrieron que un misterioso personaje había sido visto cerca del circo la noche de la desaparición.

—¡Tengo una idea, señor comisario! —exclamó Pepito—. Vamos a buscar en la cueva tenebrosa, la que hay justo detrás del circo.

—No Pepito, que por algo la llama cueva tenebrosa —dijo el comisario.

—¿Hace cuánto que nadie va por allí? —preguntó Pepito.

—Uy, hace por lo menos cien años que nadie se atreve ni a asomarse —dijo el comisario.

—Pues ya es hora de mirar —djio Pepito—. Hemos mirado en todas partes y hemos seguido todas las pistas. No hay nada en la ciudad, y las pruebas indican que nadie ha salido de la ciudad. Hay que mirar en la cueva, comisario Circerón. Si no hay nada allí, ya pensaremos en otra cosa.

—Vale, Pepito, vamos para allá —dijo el comisario.

Cuando llegaron a la cueva, encontraron a los payasos, acróbatas y ilusionistas atrapados en una gran jaula. Pero no había rastro del tesoro perdido.

—¡Por fin nos han encontrado! —dijo un payaso con una enorme sonrisa.

Pepito y Luna abrieron la jaula y liberaron a los artistas. Todos estaban muy agradecidos y felices de estar libres.

—Pero, ¿dónde está el tesoro? —preguntó el Comisario Circerón, mirando a su alrededor.

PEl misterio del tesoro perdidoepito se rascó la cabeza, pensativo. Entonces, de repente, se dio cuenta de algo importante.

—¡Ya lo entiendo! —exclamó con una gran sonrisa—. El tesoro perdido no es algo material, ¡es la alegría y amistad de los artistas del circo!

Todos se quedaron asombrados al escuchar las sabias palabras de Pepito. El Comisario Circerón sonrió y asintió con la cabeza.

—Tienes toda la razón, Pepito. La verdadera riqueza es la alegría que estos artistas comparten con el pueblo y la amistad que los une.

Los payasos, acróbatas e ilusionistas se abrazaron emocionados, agradecidos de estar juntos de nuevo.

—Gracias, Pepito y Luna —dijo una acróbata con lágrimas en los ojos—. Nos habéis devuelto nuestra verdadera riqueza.

Con los artistas del circo, la alegría volvió a la ciudad y ya nunca más se fue. Y nunca se irá, no mientras haya artistas en el circo.
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