El misterio de la princesa Tesa
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El misterio de la princesa Tesa

Edades:
A partir de 4 años
El misterio de la princesa Tesa La princesa Tesa era la única heredera del reino de Taslandia. Todos tenían puestas muchas esperanzas en ella. De niña había demostrado tener mucho talento e inteligencia, además de una gran don de gentes.

Pero cuando se hizo mayor y el rey, su padre, quiso darle algunas responsabilidades, la princesa Tesa empezó a mostrarse distante y poco amable.

Princesa Tesa evitaba estar con gente y, cuando se mostraba en público, siempre llevaba cubierta la cabeza y la media cara.

Y cuando alguien intentaba mantener una conversación con ella o se acercaba demasiado, la princesa Tesa le soltaba cualquier grosería para que la dejaran en paz.


Poco a poco, la gente empezó a dejar de lado a la princesa Tesa, a la que se veía cada vez más triste y sola. Nadie sabía qué había pasado, por qué había cambiado tanto la princesa. Simplemente, asumieron que era así y no se preocuparon por saber qué había pasado.

-Ella se lo ha buscado -decían unos.

-Menuda la que nos espera cuando llegue al trono -decían otros.

-Es un verdadero misterio esto que le ha pasado a la princesa, pero qué le vamos a hacer -pensaban algunos.

Un día, mientras la princesa Tesa paseaba sola por el bosque, se encontró con una pequeña hada. El hada la sorprendió cogiendo unas hojas de menta silvestre y metiéndoselas en la boca.

-¡Hola! -dijo la princesa Tesa-. ¡Qué sorpresa!

El hada enseguida se retiró hacia atrás, muy asustada.

-Lo siento -dijo la princesa.

El hada, al darse cuenta de que había molestado a la princesa, le dijo:

-No quería ser desagradable, pero es que me ha sorprendido tanto…

-Intento estar alejada de la gente y lleva la boca tapada para que nadie se dé cuenta de… mi problema -dijo la princesa Tesa-. Por favor, no se lo digas a nadie.

-¿Es por eso por lo que masticas hojas de menta, para disimular… eso que te pasa? -preguntó el hada.

-Sí, pero no funciona -dijo la princesa Tesa.

-Conozco a alguien que te puede ayudar -dijo el hada-. Es una enanita que vive en el bosque. Tiene muchas visitas de gente que tiene problemas en la boca, y ella siempre les ayuda. Y es muy discreta. Te guardará el secreto.

La princesa Tesa pidió al hada que le hiciera el favor de llevarla a visitar a la enanita. El hada accedió.

Cuando llegaron, el hada le pidió a la enanita que examinara a la princesa.

-¿Qué te pasa, muchacha? -preguntó a la enanita.

La princesa respondió:

-Pues es que yo…

-¡Para, para! Que ya entiendo lo que te pasa -la interrumpió la enanita-. ¿Desde cuándo te pasa esto?

-Hace unos meses -dijo la princesa.

-Esto va a ser un poco desagradable, pero puedo ayudarte -dijo la enanita-. Voy a buscar unas cosas y ahora vuelvo.

Cuando la enanita regresó llevaba consigo varias herramientas y una máscara de gas.

-Abre la boca -dijo la enanita.

La princesa obedeció, aunque tenía mucha vergüenza, y dejó trabajar a la enanita.

-¡Listo! -dijo la enanita, al cabo de un rato.

-¿Qué me pasaba? -preguntó la princesa.

-Tenías unas muelas podridas y muchos restos de comida entre algunas de ellas -dijo la enanita.

-¿Eso es lo que me provocaba el mal aliento? -preguntó la princesa.

-El misterio de la princesa TesaCreo que sí -dijo la enanita-. Ya te he limpiado a fondo y te he hecho algunos arreglos en las muelas. Pero tendrás que venir varias veces más para que termine de arreglarlo todo. Y lavarte muy bien los dientes con unas cosas que te voy a dar ahora mismo.

-Muchas gracias, enanita -dijo la princesa-. Me has salvado.

-Espero que la próxima vez que tengas algún problema pidas ayuda, a mí o a alguien de confianza -dijo la enanita-. Los problemas no se arreglan solos.

-Es que me daba mucha vergüenza -dijo la princesa.

-Pero, ¿no te diste cuenta de que, cuanto más tiempo pasaba, peor se volvía todo? -preguntó la enanita.

-Tienes razón -dijo la princesa-. He aprendido la lección.

A partir de entonces la princesa volvió a ser la de siempre. A la gente le costó entender lo que había pasado. Pero la princesa contó a sus padres lo que había pasado y estos, comprensivos, la ayudaron a integrarse de nuevo.

Fue difícil, pero poco a poco volvió a ser la de antes y, con la ayuda de su familia y de sus nuevas amigas, volvió a ser ella misma y se convirtió en la mejor representante del reino de Taslandia.
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