El misterio de la despensa vacía
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El misterio de la despensa vacía

Edades:
A partir de 4 años
El misterio de la despensa vacía Todas las mañanas la Ardilla Mirilla salía a recolectar frutos para llenar su despensa. Era importante tener la despensa llena para cuando llegara el invierno.

La Ardilla Mirilla madrugaba más que nadie. Por eso se llevaba siempre lo mejor. Y siempre tenía la despensa repleta y víveres muy variados.

Pero un día, cuando la Ardilla Mirilla volvió a su casa, descubrió que su despensa estaba vacía y con agua por todas partes.

La Ardilla Mirilla salió muy enfadada y se puso a gritar a todos sus vecinos:

-¡No os basta con ser unos envidiosos! ¡Ahora también sois una ladrones! ¡Egoístas! ¡Siempre he compartido con vosotros mi despensa en invierno, cuando a vosotros os quedábais sin comida! ¿Por qué me hacéis esto?

Todos los vecinos salieron a ver qué pasaba. La Ardilla Mirilla parecía a punto de explotar de la rabia. Fue el búho quien se acercó y le dijo:

-Ardilla Mirilla, no seas así. Todo tiene una explicación.

-Sí, por supuesto -dijo la Ardilla Mirilla-. Que estoy rodeada de gorrones y también de ladrones.

-Estás ofendiendo a mucha gente, Ardilla Mirilla, y no sabes aún qué ha pasado -insistió el búho.

-¿Qué hay que saber? -dijo la Ardilla Mirilla-. Me han robado y nadie ha hecho nada para evitarlo. ¡Están todos compinchados!

-No te hemos robado -dijo un conejo-. Hemos salvado tu comida y la hemos guardado mientras volvías.

-¡Menuda excusa! -exclamó la Ardilla Mirilla.

-Mientras no estabas vinieron unos humanos y empezaron a echar agua en las cavidades de los árboles -le dijo el conejo-. Cuando vimos lo que estaba pasando empezamos a llevar nuestras provisiones a otro sitio. Y nos llevamos también lo tuyo para que no se estropeara.

El misterio de la despensa vacía-¿Por eso había tanta agua en mi despensa? -preguntó la Ardilla Mirilla.

-Sí, por eso -dijo el búho-. Y creo que ahora les debes una disculpa a todos tus vecinos, que han salvado tu despensa, en agradecimiento por lo mucho que has hecho siempre por ellos.

La Ardilla Mirilla estaba muy avergonzada y se disculpó.

La Ardilla Mirilla aprendió que no se puede hablar sin saber, y mucho menos ofender a los demás.
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