El laberinto mentiroso
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El laberinto mentiroso

Edades:
A partir de 4 años
El laberinto mentiroso Hace mucho tiempo existió un reino que fue hechizado por una bruja malvada. Tiempo atrás, el rey había enviado a la bruja en busca de un tesoro. Pero en realidad le engañó para que la apresaran. La bruja juró vengarse y, cuando logró escapar de la prisión, envió una maldición sobre aquel reino. La bruja hizo que un bosque encantado en forma de laberinto surgiera alrededor del reino. Solo cuando alguno de los habitantes del reino fuera capaz de salir de allí desaparecería el laberinto.

En el laberinto había puertas, a las que había que llamar para preguntar hacia dónde dirigirse. Pero el laberinto solo decía la verdad cuando el que llamaba respondía sinceramente a la pregunta que le hacía la puerta. Como en ese reino no había nadie lo suficientemente honesto, todo el que lo había intentado había fracasado.

Pasaron muchos años, durante los cuales jamás nadie pudo salir de aquel reino. En esos años, el rey tuvo una hija. Cuando cumplió seis años, la pequeña princesa decidió salir a explorar fuera del reino. Sabía que no debía meterse en el laberinto, pero nadie le había explicado por qué. Pero era una niña curiosa, y se adentró en el laberinto.

La princesa llamó a la primera puerta.
- ¿Quién es? -preguntó la puerta.
- Si te lo digo, ¿prometes guardarme el secreto? -respondió la princesa, un poco asustada, porque no sabía quién hablaba.
- Dime la verdad y guardaré tu secreto -respondió la niña.
- Soy la princesa.

La puerta se abrió y le dijo el camino que debía continuar:
- Toma el primer camino a la izquierda.

La princesa fue por el camino indicado hasta que se encontró con otra puerta y llamó de nuevo.
- ¿Por qué quieres escapar del reino? -preguntó la puerta.
- Solo quiero ver qué hay fuera de él. Volveré enseguida, antes de que sepan que me he ido -dijo la niña.

La puerta se abrió de nuevo y dijo:
- Toma el camino del medio hasta la siguiente puerta.

La princesa caminó un rato más y llamó a la siguiente puerta.
- ¿Por qué has desobedecido a tu padre? -preguntó la puerta.
- Yo, no… Bueno, sí, sí le he desobedecido. Pero tenía curiosidad por saber qué había en el laberinto -respondió la princesa.

La puerta se abrió y dijo:
- Toma el segundo camino por la izquierda y sigue hasta la siguiente puerta.

Cuando llegó, llamó:
- ¿A dónde quieres ir? -preguntó la puerta.
- La verdad es que salí con intención de visitar las afueras, pero ahora me siento mal y me gustaría volver a casa.

PEl laberinto mentirosoero esta vez la puerta no se abrió:
- Has dicho la verdad, pero has llegado al final del laberinto, así que debes decidir si quieres salir y romper la maldición o volver a palacio para que tu padre no se entere de que le has desobedecido.
- ¿Maldición? ¿Qué maldición?

La puerta le explicó a la princesa la historia de la bruja y la maldición que hizo caer sobre el reino.
- Entonces, tengo dos opciones. Salir y salvar a mi reino, desobedeciendo a mi padre, o volver y pedirle perdón. ¿Cómo sé que no me engañas, puerta?
- Tú has sido sincera con tus respuestas, y por eso yo también lo estoy siendo contigo.
- De acuerdo, en ese caso elijo salvar a mi reino.

La puerta se abrió y dijo:
- Camina veinte pasos y estarás fuera.

Cuando la princesa caminó los veinte pasos el laberinto se desvaneció. Así fue como la sinceridad de la princesa logró deshacer la maldición. Aunque eso no la libró de una buena reprimenda por haberse ido de palacio sin avisar.
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