El guardián del libro mágico
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El guardián del libro mágico

Edades:
A partir de 4 años
El guardián del libro mágico Hace mucho tiempo, un poderoso brujo creó el libro más maravilloso del mundo. Era un libro mágico. Este libro se perdió y nunca más se supo de él, hasta que apareció en el desván del abuelo de Santiago.

A Santiago le encantaba subir a aquel desván. El lugar estaba lleno de armarios, baúles, cajas, cestos y decenas de artilugios cubiertos por polvorientas y viejas mantas.

Santiago estaba buscando entre los trastos acumulados allí cuando el libro mágico apareció de nuevo. El niño cogió el libro sin saber qué era en realidad.

—Wala, qué pasada libro —dijo el niño.

Santiago lo miró con mucho interés. Cuando lo abrió para empezar a leerlo descubrió que el libro estaba en blanco.

Muy desilusionado, Santiago dejó el libro sobre un baúl y se fue.

Al día siguiente, cuando Santiago volvió a subir al desván, se encontró con el libro abierto por la primera página.

—¡Qué raro! —pensó. Y volvió a cerrarlo.

Cuando se dio la vuelta, el libro volvió a abrirse de nuevo por la primera página. El sonido que hizo la tapa al caer a un lado sorprendió a Santiago. Cuando el niño lo vio no se lo podía creer.

El niño volvió a cerrar el libro, pero este no dejaba de abrirse una y otra vez cuando Santiago se daba la vuelta.

—¿Qué clase de broma es esta? —dijo Santiago, mientras cerraba el libro.

Esta vez no se dio la vuelta y se quedó mirando. Enseguida, el niño vio cómo el libro se abría una vez más.




—¿Cuál es el truco? —preguntó Santiago, esperando que su abuelo saliera de alguna parte. Pero no pasó nada.

El pequeño revisó el libro, pero no encontró ningún mecanismo que lo abriera. Así que decidió llevárselo y enseñárselo a su abuelo. Seguro que él sabía lo que le pasaba.

Cuando el abuelo de Santiago vio el libro le dijo:

—¡Rápido, al desván! Nadie puede saber que tenemos esto aquí.

Santiago subió corriendo al desván con su abuelo cubriéndole las espaldas. Cuando llegaron, le preguntó:

—Abuelo, ¿qué pasa con este libro? Se abre solo. Y ahora me dices que nadie puede saber que está aquí. ¿Qué ocurre? ¿Cuál es el problema?

El abuelo, cuando se aseguró de que todo estaba de cerrado, le contestó:

—Es el legendario libro mágico. Hace siglos que nadie sabe nada de él. Yo lo encontré cuando era niño. Y lo protejo desde entonces. Soy el guardián del libro mágico.

Santiago miró a su abuelo sin poder creer lo que le contaba. Después de pensarlo un poco, el niño preguntó:

—¿Cómo sabes eso? ¿De dónde has sacado esa historia? ¿Quién te ha dicho que este libro es mágico?

—Me lo dijo el libro —respondió el abuelo.

—¡Abuelo, los libros no hablan! —exclamó el niño.

—No he dicho que el libro me hablara, digo que me lo contó —respondió el abuelo—. Su historia está escrito dentro, en sus páginas.

Santiago empezó a desesperarse.

—Abuelo, el libro está en blanco.

El abuelo cogió el libro y lo abrió. Miró la primera hoja durante un rato. Luego pasó a la página siguiente, luego a la otra, y así durante un rato.

—¿Qué haces, abuelo? —preguntó Santiago.

—Estoy leyendo el libro —respondió el anciano—. Ya te he dicho que es mágico. Solo quien tiene intención de leer historias maravillosas puede ver lo que contiene.

—Me tomas el pelo —dijo Santiago.

—Jamás me atrevería a bromear con una cosa tan seria —dijo el abuelo.

—Me gustaría poder leerlo yo también —dijo el niño.

El abuelo lo abrazó y le dijo con cariño:

—Podemos hacer una cosa. Yo te lo leeré hasta que seas capaz de verlo por ti mismo.

Santiago se puso muy contento. Eso sería genial. Para él solo había una cosa mejor que una buena historia: una buena historia narrada por su abuelo.

El abuelo empezó a leer en voz alta y, como por arte de magia, las letras iban apareciendo en las páginas, junto a preciosos dibujos.

Así pasaron varias horas, hasta que oscureció y llegó el momento de cenar.

El guardián del libro mágico—¿Puedo llevarme el libro a la cama, para leer antes de dormir? —preguntó Santiago.

—Por supuesto —dijo el abuelo—. Pero debes guardarlo muy bien. Ya sabes por qué.

El niño prometió proteger el libro, pues ya había descubierto lo valioso que era leyendo su historia.

—Sabes, abuelo, hay una cosa que me resulta muy curiosa de la historia que hemos leído —dijo Santiago durante la cena.

—¿Qué te sorprende tanto? —preguntó el abuelo.

—La historia habla del momento en el que tú encontraste el libro —dijo el niño.

—Porque es un libro mágico —dijo el abuelo.

—¿Eso significa que ahora la historia cambiará, porque el libro lo tengo yo? —preguntó Santiago.

—Tendrás que descubrirlo tú mismo esta noche —dijo el abuelo.

Muy emocionado, el niño se metió en la cama en cuanto terminó de ayudar a su abuelo a recoger la mesa.

Santiago estaba muy emocionado. En cuanto abrió el libro, las letras empezaron a aparecer.

El libro hablaba de él, de su abuelo, de la historia del desván, y de todos los niños que lo habían descubierto antes que él. Sus páginas estaban llenas de aventuras emocionantes.

Desde entonces, Santiago es el nuevo guardián del libro mágico. Y ya nunca le faltaron historias interesantes para leer.
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