El extraño caso del ladrón de nieve
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El extraño caso del ladrón de nieve

Edades:
A partir de 6 años
El extraño caso del ladrón de nieve En Villablanca nevaba mucho. En cuanto empezaba a hacer un poco de frío ya amanecían las calles y los parques cubiertos de nieve. Y así se pasaba la ciudad al menos cuatro meses.

Curiosamente, en Villablanca solo nevaba por las noches y, por el día, brillaba el sol. Así que era un placer pasear pisando la nieve, hacer muñecos y tirarse bolas unos a otros.

Pero un día empezó a pasar algo muy extraño a las afueras de la ciudad. Los vecinos que vivían por allí fueron enseguida a denunciarlo a la policía.

-¡Alguien está robando la nieve! -dijeron los vecinos a los policías.

-¿Se la quitan de la puerta o del parque que tienen enfrente? -preguntaban los agentes.

-No, quien sea que está robando la nieve se lleva la de la carretera -decían los vecinos.

-Entonces, casi que les hacen un favor -dijo un policía.

-Es que a nosotros nos gusta quitarnos la nieve ¿sabes usted? -dijo uno de los vecinos afectados.

Otro añadió:

-¿Qué pasará cuando el ladrón siga avanzando y llegue al centro del pueblo?

-Mientras solo se lleve la nieve de la carretera… -dijo un policía.

-Y si luego quiere más, ¿qué pasará entonces? -dijo otro vecino.

Los policías prometieron investigar el caso, a ver si daban con el ladrón. El problema es que, cuando salían para ver si lo pillaban, la nieve ya había cuajado y no había manera de llegar a las afueras del pueblo sin quitar la nieve de las calles. ¡Y cualquier se atrevía a quitar la nieve en Villablanca y dejar a los vecinos sin sus maravillosas vistas!

Así pasaron las semanas, con los vecinos cada dos por tres protestando porque el ladrón les quitaba la nieve y los policías diciendo que no podían hacer nada.

Hasta que llegó la primavera y dejó de nevar. Entonces se acabaron los problemas, porque ya no nevaba y el ladrón no tenía nada que llevarse.

PEl extraño caso del ladrón de nieveero un día Villablanca amaneció nevada. Todos los vecinos estaban encantados. Sin saber muy bien cómo había ocurrido aquello, todos se lanzaron a las calles a jugar con la nieve antes de que se derritiese.

Y eso mismo ocurrió todos los domingos hasta que llegó el frío otra vez.

Entonces el ladrón de nieve volvió a actuar. Pero esta vez nadie protestó porque, en el fondo, todos sabían de dónde había salido la nieve con la que habían jugado en primavera y en verano: del ladrón de nieve, que la había estado guardando para poder disfrutarla también cuando hacía más tiempo. Al menos, eso sospechaban. Habrá que esperar a la próxima primavera, a ver qué pasa.
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