El domador de avispas
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El domador de avispas

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El domador de avispas Berto deseaba ser domador de leones más que ninguna otra cosa en el mundo. Y en ello pensaba cuando le mordió una avispa en el brazo. El mordisco le provocó un dolor tan grande que el grito se oyó en toda la ciudad.

Mientras su mamá le curaba, Berto pensó que, desde ese día, se dedicaría a matar avispas.

- Acabaré con todas las avispas del mundo-, gritaba Berto sin cesar, día y noche-. Llamadme, el Exterminador de avispas.
- Pero, ¿tú no querías ser domador de leones? - le preguntó un día a Berto su hermana mayor.
- Seré domador de leones y exterminador de avispas todo a la vez -respondió Berto.
- Eso no es posible -dijo su hermana.
- ¿Por qué? -preguntó Berto.
- Exterminar es matar, y matar aleja de la paz y la tranquilidad. Para exterminar piensas en negativo. Para domar necesitas pensar en buscar el equilibrio, en controlar la situación, y necesitas concentrarse en algo positivo. No es posible hacer las dos cosas a la vez.
El domador de avispas- Oh, vaya. Es verdad -dijo Berto-. Pero no me gusta que las avispas ataquen y muerdan.
- ¿Y los leones? ¿Qué hacen los leones? -preguntó la hermana.
- Si están amaestrados no hacen nada -respondió Berto. Y de pronto tuvo una idea.
- ¡Ya sé! -gritó el niño-. A partir de ahora será domador de avispas.

Y desde entonces, Berto se dedica a investigar el modo de domar a las avispas para que no le piquen. Al fin y al cabo, es más fácil encontrar avispas para amaestrar que leones, ¿no?
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