El disfraz de Mario
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El disfraz de Mario

Edades:
A partir de 4 años
El disfraz de Mario Cada año, Mario preparaba su fiesta de carnaval con toda la ilusión del mundo. Semanas antes, hacía una lista con todo lo que necesitaba. También dibujaba un plano en el que se podía ver dónde iba a ir cada globo, banderola o demás elementos decorativos. Para la merienda, contaba con la ayuda de sus padres.

Juntos preparaban todo tipo de sándwiches, snacks, aceitunas, cupcakes y refrescos. El siguiente paso era hacer una lista con todos los niños y niñas a los que invitar. Compañeros del cole, de la academia de idiomas, del campamento urbano o del barrio. Todos esperaban ansiosos la fiesta de carnaval de Mario porque era de las mejores. No solo por la comida, sino también por la música y porque organizaba juegos y gymkanas.

Ese año, Mario se puso a preparar su disfraz con una idea clara: quería algo realmente mágico. El último libro que había leído era sobre hadas, así que decidió que quería disfrazarse de una de ellas. Su abuela, que era costurera, le ayudó a hacerlo. Le pusieron unas enormes alas con purpurina y unas cintas que ondeaban al viento.

El día de la fiesta, aunque era por la tarde, Mario se puso su disfraz de hada ya desde la hora del desayuno. A las cinco, llegó el primer invitado, Lucas, un niño del colegio. Se pusieron a ver la tele hasta que llegó el segundo, un chico nuevo que había llegado hacía poco al barrio. Sus padres le habían dicho a Mario que era buena idea invitarlo a la fiesta para que poco a poco se integrase.

-¿De qué vas vestido? ¿Eres mariquita? Los trajes de hadas son para niñas- le espetó nada más entrar por la puerta.

Mario se quedó tan impresionado con el comentario que no pudo responder. Al fondo, dos niños rieron a coro ese comentario tan injusto y ofensivo. A Mario no se le ocurrió otra cosa que ir a su habitación y ponerse el traje del año pasado: un disfraz de Batman. Al verlo, su padre le preguntó qué había pasado con el disfraz de hada y Mario le explicó lo que le había dicho el niño nuevo.

El disfraz de Mario-¿Desde cuándo te importan a ti esos comentarios? ¿Cuántas veces te he dicho que no hay disfraces ni de niños ni de niñas? - le dijo su padre.

-Ya lo sé, ni juguetes de niños o niñas ni tampoco colores, pero es que se rieron todos de mi -dijo Mario sollozando.

- El problema lo tienen ellos. Es importante que seas tú mismo, hijo. Disfrázate de lo que más te guste.

Mario entendió el mensaje de su padre y volvió a por el traje de hada. Esta vez, con extra de purpurina en las alas.
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