El concurso de castillos de arena
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El concurso de castillos de arena

Edades:
A partir de 4 años
El concurso de castillos de arena En una playa luminosa y repleta de risas infantiles, Aurora y Kenia, dos niñas que apenas se conocían, se encontraron frente a un cartel colorido que anunciaba: "¡Gran Concurso de Castillos de Arena! ¡Este sábado!" Ambas miraron el cartel y luego se miraron entre sí, una chispa de emoción brilló en sus ojos.

—¿Te gustaría intentarlo conmigo? —preguntó Aurora con una sonrisa.

—Me encantaría —respondió Kenia, aunque una sombra de duda cruzó su rostro. Era su oportunidad para hacer una nueva amiga.

Los días previos al concurso, las dos niñas se reunieron para planificar su obra maestra de arena. Aurora quería construir un enorme dragón de arena con alas que parecieran moverse. Kenia sugirió hacer un castillo tradicional, con torres perfectamente simétricas y fosos.

—Recuerda, Aurora, a veces menos es más —decía Kenia.

—¡Pero imagina lo increíble que sería un dragón! Podría ser el guardián del castillo —exclamaba Aurora, sus manos ya moldeando la forma de una garra gigante.

Trabajaron juntas y, poco a poco, aprendiendo a combinar sus ideas. El castillo comenzó a tomar forma bajo el sol cálido, y junto a él, un dragón alado parecía protegerlo. La colaboración no siempre era fácil; varias veces tuvieron que parar y respirar hondo cuando sus visiones chocaban.

El día del concurso amaneció claro y soleado. La playa se llenó de niños y sus familias. Aurora y Kenia trabajaban rápido, pero siempre sonriendo. Sin embargo, cuando una ola inesperada golpeó su creación, parte del castillo y una de las alas del dragón se desmoronaron.

—¡Todo nuestro trabajo! —exclamó Kenia, sus ojos llenos de lágrimas.

Aurora puso su mano sobre el hombro de Kenia.

—Podemos rendirnos o podemos empezar de nuevo, juntas —dijo.

Eso fue suficiente para seguir adelante y reconstruir lo que se había estropeado. Esta vez lo hicieron todavía más rápido.

El concurso de castillos de arenaCuando el jurado pasó junto a su creación, quedaron impresionados no solo por el diseño, sino por la evidente armonía en el trabajo. Y les dieron el primer premio.

—Hoy he aprendido algo muy importante —comentó Kenia mientras recogían su medalla—. Juntas, somos más fuertes.

Aurora asintió, mirando su trofeo y luego a su nueva amiga.

—Y lo más importante, ¡hacer amigos es el mejor premio de todos!

La playa se llenó de aplausos y las dos nuevas amigas, con sus corazones un poco más llenos, planearon ya su próximo proyecto juntas.
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