Desconectados
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Desconectados La compañía Vitux había lanzado su último móvil, y todos estaban esperándolo con ansias. Este nuevo modelo tenía funciones que superaban con creces a todos los otros móviles existentes. No solo podía reproducir imágenes y sonido, sino que también reproducía aromas, texturas y sensaciones. En una videollamada con un nuevo móvil Vitux se podía incluso estrechar la mano del interlocutor. Eso y muchas cosas más.

Hugo había estado ahorrando hace meses para comprar los nuevos móviles de Vitux para él, para su esposa y para sus dos hijos. El hombre estaba entusiasmado de sorprender a su familia con semejante regalo.

—¡Familia, vengan de inmediato! —exclamó Hugo entusiasmado al entrar a su casa.

—¿Qué pasa cariño? ¿Por qué estás tan exaltado? —preguntó su mujer mientras se acercaba. Al mismo tiempo, los niños llegaban corriendo desde el jardín.

—Tengo una sorpresa para todos.

Mientras decía esas palabras, Hugo repartía los paquetes.

—Muy bien, ábranlos.

—Un móvil Vitux! —dijo la pequeña Roxi con gran emoción.

—¡El mío también! —exclamo Axel.

—Así es, he comprado cuatro móviles, ¡uno para cada miembro de la familia!

De ese modo, Hugo, su esposa Gabriela, Axel y Roxi se dispusieron a configurar sus nuevos dispositivos y luego a disfrutarlos. Al principio compartían cada minuto lo que habían podido hacer con su móvil, y se mostraban todo lo que iban descubriendo. Lo mismo hacían con sus amigos y vecinos, ya que casi todos en la ciudad se habían comprado su Vitux, y el que no, ya lo había encargado.

Pero a medida que pasaban los días, los móviles Vitux los atrapaban más y más.

—Comida, sentarse —dijo Gabriela.

Hugo y los niños se sentaron a la mesa sin modular una palabra y sin quitar la vista de su Vitux.

—Sal —dijo Roxi.

—Pan —pidió Axel.

Gabriela le alcanzo lo solicitado a los niños mientras seguía mirando su móvil. Hugo comía con un tenedor en una mano, y su Vitux en la otra.

A metros de la mesa estaba el televisor, en él se reproducían las noticias. El conductor del programa estaba igual de embobado con su Vitux.

—Mañana, día soleado, viernes, lluvia —comento el presentador casi automáticamente.

Las calles de la ciudad eran un caos. Todos caminaban como zombis con sus móviles Vitux en la mano. Nadie prestaba atención a su entorno. La gente por la calle se chocaba entre sí, o se tropezaba, los autos se la pasaban saliéndose de sus carriles y provocando accidentes.

No pasó mucho tiempo en que la empresa Vitux se pusiera al tanto de la situación. Y para remediar el caos generado, decidió bloquear todos los móviles al mismo tiempo.

DesconectadosAl principio, las personas se desesperaron, pero poco a poco volvieron a mirar a su alrededor, mirar a las otras personas y lo que hacían. Tras investigar que había sucedido, la compañía Vitux descubrió que ese móvil al ser utilizado muchas horas convertía a los humanos en una especie de zombis inconscientes. Por ello los retiró del mercado y los remplazo por un modelo igual de potente, pero sin ese fallo. Eso si, de todas formas, recomendaban equilibrar su uso con horas en contacto con la naturaleza y con la familia.

Esa tarde Hugo llego a casa con gran entusiasmo, al igual que el día que llego con los móviles Vitux.

—¡Familia! Vengan aquí, tengo una gran sorpresa.

—¿Qué te traes esta vez Hugo? —dijo Gabriela un poco reacia por los acontecimientos recientes.

—¡Nos vamos el fin de semana a la playa! Alisten sus cosas.
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