Berta la Tuerta
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Berta la Tuerta

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Berta la Tuerta Carol y sus amigas se habían reunido a la puerta del colegio. Estaban muy emocionadas porque ese día llegaba la nueva maestra, ya iba a sustituir a la de siempre porque iba a tener un bebé.

-Se llama Berta. Y dicen que es super divertida -comentó Carol con las otras niñas.

-A mí me ha dicho que no se le escapa una, pero que tiene un humor maravilloso -dijo Lucía.

-Pues a mí me han contado que allá por donde va deja un recuerdo inolvidable -comentó Petra.

Con esa ilusión brillando en sus caras, las niñas entraron en el colegio. Todos los niños de las clases estaban entusiasmados.

Estaban todos sentados hablando sobre los rumores que había oído cuando alguien llamó a la puerta. Todos a la vez dijeron:

-¡Adelante!

Una señora bastante mayor entró en la clase y se colocó en la mesa de la maestra, luciendo una gran sonrisa. Caminaba cojeando, apoyándose en un bastón. Tenía un parche en el ojo y vestía tejanos, botas militares y cazadora motera.

-Buenos días, queridos alumnos -dijo la señora.

Los niños se quedaron boquiabiertos y, tímidamente, respondieron:

-Buenos días.

Tras un silencio incómodo en el que la maestra no perdió la sonrisa, Carol preguntó:

-¿Usted es Berta? -preguntó Carol.

-Sí, la misma que viste y calza -respondió jovial la maestra-. Pero, al parecer, os he desilusionado.

-No, no, es que… -titubeó Carol-. No es nada.

-Supongo que os habíais hecho una idea diferente de mí, ¿cierto? -dijo Berta alegremente.

Nadie contestó. Así que Berta, sin perder la sonrisa, les dijo:

-Venga, preguntadme lo que queráis.

Pero ninguno se atrevió a decir nada.

-No os preocupéis, siempre me pasa lo mismo -dijo la maestra-. La gente suele pensar que una maestra divertida y con buen humor tiene que ser una chica joven. Y luego está este pequeño detalle del bastón… esto de aquí que tengo en la cara…ay, cómo se llama...

-¡El parche! -gritaron todos a la vez.

-¡¿Lo habéis visto?! -preguntó Berta, haciendo un gracioso gesto hacia sus alumnos-. ¿A qué es chulo? Ni os imagináis lo que tuvo que pasar para ganármelo.

-¿Se ganó el parche? -preguntó Carol.

-¿Cómo? -dijo Lucía.

-Oh, es una larga historia -dijo Berta-. La historia de Berta la Tuerta, ni más ni menos. Toda una aventura.

-¿No le molesta que la llamen así? -preguntó Carol.

-Me llamo Berta -dijo la maestra?-. ¿Por qué iba a molestarme?

-Lo digo por lo de… -titubeó Carol otra vez.

-¡Ah, por lo de tuerta! -dijo la maestra-. No, no, qué va. A la gente le daba pena verme al principio y les costaba aceptar lo que me había pasado. Así que yo misma me puse el mote. ¡Qué suerte la rima, eh!

Berta la Tuerta-¿Qué le pasó? -preguntó Petra.

-Tuve un accidente de coche -dijo Berta-. Casi muero, ¿sabéis? Pero aquí estoy, vivita y coleando, como suele decirse.

-¿No se deprimió ni nada de eso? -preguntó Lucas.

-¿Por qué? -preguntó la maestra.

-Pues por todo eso… -dijo Lucas.

- Ah, por estar coja y tuerta -dijo Berta-. La verdad es que al principio fue duro, pero en cuanto me dí cuenta de que me había salvado por los pelos se me pasó. Lo que estoy es muy agradecida. Fue como tener una segunda oportunidad.

Durante toda la mañana los niños estuvieron preguntándole a Berta sobre todo lo que se les ocurrió. La naturalidad con la que la maestra hablaba sobre lo que le había pasado les hacía sentir cada vez más cómodos. Porque no hay nada como tomarse con humor los problemas y darles un giro para convertir cualquier limitación en una oportunidad.
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