Alasgrandes Crecepelos, un buitre de altos vuelos
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Alasgrandes Crecepelos, un buitre de altos vuelos

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A partir de 4 años
Alasgrandes Crecepelos, un buitre de altos vuelos Alasgrandes Crecepelos era un buitre muy particular. No, no era un buitre como los demás. Al contrario que todos los demás, que tienen la cabeza pelada, sin plumas ni nada, Alasgrandes Crecepelos la tenía bien poblada. Y de pelo, por supuesto.

¿Cómo? ¿Un buitre con pelo en la cabeza? Pues sí, un buitre con pelo en la cabeza.

Alasgrandes Crecepelos siempre presumía de su larga cabellera y a todo el mundo decía que tenía una fórmula milagrosa para que le creciera el pelo.

—¿Para qué quiere un buitre tener pelo en la cabeza? —preguntaban las aves carroñeras.

—Para ser más bello y más hermoso —respondía Alasgrandes Crecepelos.

—Pues ni con esas —se reían los pardales.

—Si es que, aunque la mona se vista de seda, mona se queda —decía el búho.

Pero Alasgrandes Crecepelos no admitía las críticas y decía:

—Si no me veis más bello es porque sois todos unos envidiosos. Pero, qué más da si me veis guapo o no, porque lo más importante es que mi cabellera me hace único, especial y me hace destacar por encima de todos vosotros.

—¿Para qué quiere un buitre destacar? —preguntaban las aves carroñeras.

—Para ser más importante —respondía preguntaban las aves carroñeras.

—Pues ni con esas —se reían los pardales.

—Eso solo apariencia, que ya sabes que el hábito no hace al monje —decía el búho.

—El día que me haga rico con mi fórmula mágica os vais a enterar —dijo Alasgrandes Crecepelos.

—¿Para qué quiere un buitre ser rico? —preguntaban las aves carroñeras.
—Para ser más que nadie —respondía Alasgrandes Crecepelos.

—Pues ni con esas —se reían los pardales.

—Pues más vale el buen nombre que las muchas riquezas —decía el búho.

EAlasgrandes Crecepelos, un buitre de altos vuelosn ese momento se oyeron disparos de escopeta.

—¡Buscad al buitre peludo! —gritaban voces de humanos.

—¡Rápido, huyamos! —decían unos.

—¡Rápido, a esconderse! —decían otros.

Alasgrandes Crecepelos quería irse con los unos, pero no lo dejaron. Luego lo intentó con los otros, pero tampoco.

Entonces, al oír que los cazadores estaban cerca, no le quedó más remedio y se quitó el pelo. Pero ya era tarde. Todos lo vieron y descubrieron su secreto. Eso sí, al menos se salvó de los cazadores. Aunque ya nunca más pudo presumir de fórmula mágica para hacer crecer el pelo.
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